«El alzhéimer empieza entre los 40 y los 50 años»

SANTIAGO

La investigación de más de 400 tratamientos abre esperanzas para un mal que aún no tiene cura efectiva

01 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Este especialista, director de la Unidad de Neurología Cognitiva del Policlínico La Rosaleda, explicó en una sesión de los Martes Clínicos la situación de la investigación sobre las demencias, en especial la de tipo alzhéimer, y las perspectivas de su aplicación en la práctica clínica para beneficiar a las personas afectadas. «El alzhéimer empieza en el cerebro entre los 40 y los 50 años, entre una y tres décadas antes de manifestar síntomas, que suele ser a partir de los 70 años», afirma.

-¿En qué se investiga para mejorar el tratamiento del alzhéimer?

-Hay dos campos fundamentales. Por un lado se buscan marcadores que permitan un mejor diagnóstico; y nuevos tratamientos farmacológicos. Son dos cuestiones muy unidas. El diagnóstico se pretende que sea más precoz y con mayor precisión. Y los fármacos que no solo combatan los síntomas, que son lo que ahora tenemos, sino que frenen la progresión de la enfermedad.

-¿Por dónde se pretende avanzar para diagnosticar mejor este mal?

-Hay tres tipos fundamentales de marcadores: neuropsicológicos, biológicos y de neuroimagen. Por un lado se perfeccionan los test, para que sean más breves y con mayor rendimiento para establecer el perfil de cada demencia, que es diferente. Los análisis de líquido cefalorraquídeo, extraído de la espalda, y de sangre, no han arrojado hasta ahora marcadores fiables. Lo mismo ocurre con la neuroimagen: se ha utilizado el escáner, o técnicas de medicina nuclear del PET y SPECT, que han abierto expectativas, pero dan casos de falsos positivos o falsos negativos y tampoco se ha llegado a nada definitivo. Continúa la investigación de un procedimiento diagnóstico que sea más específico y sensible para determinar el alzhéimer y las restantes demencias.

-Hay muchos laboratorios que investigan nuevos fármacos...

-Sí, hay más de 400 moléculas en fase de investigación, pero todas encuentran muchas dificultades para poder ser aprobadas. Aunque, al ser tantas, existen más esperanzas de que alguna llegue a buen fin en próximos años.

-¿Cuál es el problema que evita que prosperen?

-Algunas se ha demostrado que actúan sobre células enfermas, pero también afectan a células sanas del cerebro y producen efectos adversos, por lo que no se aceptan. Otras actúan sobre alguna alteración del alzhéimer, pero hay otras muchas, y el efecto que consiguen es muy modesto, y exigirían más ensayos durante años para ver si ofrecen mayores beneficios, lo que resultaría excesivamente costoso. Se ha avanzado mucho en la investigación las dos últimas décadas, pero conseguir un tratamiento que frene el curso de la enfermedad es aún un gran reto.

-¿Qué se puede hacer?

-Mientras no haya un fármaco curativo bien contrastado actuamos según el protocolo internacional, basado en marcadores neuropsicológicos y de neuroimagen, que son útiles; y estamos preparados para incorporar cuanto antes un nuevo fármaco de inmediato si se demuestra que es efectivo y beneficioso para los enfermos.