Barcelona, casi a punto, y la ministra se portó en Málaga

X.M.C.

SANTIAGO

17 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El 26 de noviembre del 2007 llegaba una de las noticias más fulgurantes para Compostela, la adjudicación de la nueva terminal del aeropuerto. Frente a la escuálida iniciativa inicial, Aena diseñó unas instalaciones de alto nivel para un futuro que las estadísticas iban pintando de rosa, pero que se agrisaron algo en los últimos meses.

Lavacolla lleva camino de batir un récord por el tiempo transcurrido entre la adjudicación y el inicio de las obras (por fin se ha mencionado una fecha, el 30 de abril, aunque no se refiera propiamente al comienzo de los trabajos), mientras otras actuaciones discurren con menos problemas y mucho más mimo. El aeropuerto de Málaga, por ejemplo, presenta una carátula impresionante tras esos 300 millones de euros que le cayeron encima. Este año, si no se tuercen las previsiones, estará en funcionamiento con el doble de superficie y de pasajeros.

Es decir, que en el 2009, o en todo caso en los inicios del 2010, Málaga dará la bienvenida a la nueva terminal, capaz de ser pisada anualmente por 30 millones de pasajeros (la cifra actual de el Prat barcelonés). Ese sería el escenario ideal para Lavacolla, en vísperas del año santo, pero el Xacobeo en Madrid suena a chino. Suerte que tiene la urbe malacitana, con un 2011 con nuevo aeropuerto, autovía, AVE e hiperronda. Y sin jacobeos por medio. Magdalena Álvarez se ha portado en su provincia.

Por la recientemente estrenada terminal 4 de Madrid, una de las intervenciones más emblemáticas del panorama aeroportuario actual, transita diariamente una muchedumbre de pasajeros. Le sigue los pasos la Terminal Sur del Prat, que está a punto de caramelo (este verano abrirá sus puertas). La gigantesca plataforma de 500.000 metros cuadrados es cuatro veces mayor en superficie que las tres juntas existentes y podrá albergar la sustanciosa cantidad de 55 millones de viajeros al año. El coste sube hacia los 5.000 millones. En breve empezará a alzarse la nueva terminal de Gran Canaria, con un presupuesto similar al de Lavacolla, cuyas obras fueron contratadas hace mes y medio. Todo está a punto para darle al botón de inicio de los trabajos y dejar muy corta la actual capacidad de 10 millones de pasajeros. También la isleña La Palma verá estrenarse en breve una magnífica terminal, junto a otras instalaciones aeroportuarias, gracias a una inversión de 103 millones. Por este aeródromo pasan los mismos pasajeros que entran ahora en Lavacolla.

De isla en isla, Ibiza empezará a cobrar dentro de unos meses una nueva fisonomía, avalada por un monto de 71 millones de euros. Entretanto Navarra ya va con el 50% de su nueva terminal, adjudicada también en el otoño del 2007 (en enero ya estaban las máquinas excavando), como las de Compostela, aunque con menor coste. En el aeropuerto de León, que desde su modestia lucha fieramente para abrirse camino, ya está todo preparado para ver erigirse la nueva terminal de pasajeros. Castellón ultima, por su parte, la ejecución de sus nuevas instalaciones.

Más de cien millones, y un proyecto del renombrado Santiago Calatrava, van a hacer del nuevo aeródromo de Bilbao una instalación de ocho millones de usuarios (doblando lo que hay). Las máquinas ya están maniobrando en Loiu, y la popular Paloma será sin tardanza una realidad. Magdalena Álvarez merodeó recientemente por allí, como lo hizo por otros aeropuertos, y los compostelanos esperaban escucharle decir algo personalmente sobre Lavacolla.

Murcia es una de las comunidades en las que refulgirá especialmente su dotación aeroportuaria. Águilas es desde hace unos meses un hervidero de de personas y máquinas para levantar un nuevo complejo que dé pie a 15.000 operaciones de aeronaves. El coste se va hacia los 260 millones de euros.