Crónica | El programa de acogida de la Asociación Ledicia Cativa Una huérfana de nueve años afectada por la resaca de la tragedia nuclear pasa el verano con una familia amiense que también ha «adoptado» a una saharaui
13 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Como los niños exiliados a Rusia en 1936, pero al revés. Irina Filimonova Sergeeva, una niña de 9 años que vive en un orfanato en Severo-Ageevsk, en la zona de Chernóbil, está acogida durante dos meses por la familia santiaguesa conformada por Ramón Castro Vázquez y Maricarmen Rodríguez Seijas. Irina tiene de compañera de verano en la misma casa de Bertamiráns a la saharaui Tfarra Chej Dua, también de nueve años. Pero el caso de Irina no es único. En Galicia hay ahora mismo 43 niños acogidos de las regiones rusas de Tula, Tiumen y Briansk. Las familias coruñesas acogedoras se encuentran en Santiago, Oleiros, Brión y Ames. Pero también hay 21 en Ourense, ocho en Pontevedra y tres en Lugo. Irina Filimonova -que tiene nueve años pero desarrollada físicamente como una de seis- es una de las consecuencias de la catástrofe de Chernóbil tras la explosión de un reactor nuclear en 1986, que mató inmediatamente a 7.000 personas y afectó de manera grave y directa a millón y medio de personas al recibir dosis extremadamente elevadas de radiación. De hecho, los padres de Irina murieron a consecuencia de la planta nuclear, clausurada definitivamente en el 2.000. Según Ramón Castro, «Irina vai moi retrasada pois as radiacións fixeron moito dano, é unha nena abandonada de ollos tristes e nós queremos sacala adiante». Vive en Bertamiráns y hace vida sana visitando la piscina y el campo, junto con su compañera saharaui Tfarra, que «é un allo de lista» según Castro, y al cuidado ambas de Maricarmen Rodríguez. Las dos fueron recibidas ayer oficialmente en el Concello de Ames, donde les hicieron regalos, junto con otros dos niños saharauis que participan en el programa Vacacións en paz. Para José Manuel Borrajo, coordinador de la Asociación Ledicia Cativa, que promueve el programa de acogida de niños rusos, «dous meses de clima e alimentación en España aumentan a esperanza de vida como mínimo en dous anos, pois engordan unha media de tres quilos e medran 2,5 centímetros». Pero lo importante, según Borrajo, es la fuerza del cariño, los vínculos afectivos que implican una ilusión y una mejora en las pautas de conducta y rendimiento escolar, como constatan los informes de tutoras y directoras de orfanatos rusos. ¿Cómo surgió Ledicia Cativa, la asociación que promueve la acogida de niños rusos? «Foi unha iniciativa altruista e de xenerosidade de dúas mulleres xubiladas de Celanova, que continuamos Mercedes Gil Rodríguez, Juan Conde González e eu mesmo», dice Borrajo. Sobre el accidente de Chernóbil, del que Irina es una de sus víctimas, el coordinador de Ledicia Cativa dice gráficamente que «é un asesino silencioso que comete un crime perfecto sobre cinco millóns de afectados ao derrubarlle as súas defensas físicas». De hecho, el orfanato de Irina recibe ahora mismo una radiación 15 veces superior a la normal. Pero Irina sonrió ayer.