Dile que no al huevo

Samuel Leví Conde Rodríguez

CULTURA

Samuel Leví Conde Rodríguez. 35 años. Vigo. Músico

19 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No servían alcohol. El personal llegaba tan ebrio que ofrecerles más sería lujurioso. Como echarle gasolina al fuego. Podrías escribir un libro solo con las historias que se fraguaban en aquel tórrido espacio. Nadie parecía entender a nadie y se hablaban todos a gritos, entremezclando conversaciones con desconocidos a los que el azar y el hambre había sentado juntos. Parecían una suerte de hooligans, la barra brava de una cancha de fútbol argentino, o groupies enfervorecidos de algún grupo de heavy metal. Solo bajaban los decibelios cuando se presentaba alguna chica desorientada en el lugar.

Entonces se hacía un extraño silencio y recibían a la dama con una lluvia de miradas penetrantes y nada discretas. Enseguida volvían a su particular lucha porque al morder la hamburguesa, no se escurriese esta por el lado contrario del pan como queriendo huir de su dramático final. Ni qué decir de los huevos…

Ver aquellos hermosos huevos sobre la plancha hacía inevitable que no cayeses en la tentación de solicitar que los incluyesen en tu pedido. Ese primer mordisco, esa sensación de que la yema explotaba en tu boca e inundaba a su vez el resto de ingredientes de tu hamburguesa no tenía parangón, era una maravilla, un prodigio gastronómico al que por apenas unas monedas no podías renunciar. El problema viene luego. Esa catarata amarilla que se precipita contra todo, sin opción de ser detenida o mitigada, que llega a los lugares más recónditos y que no perdona, que vuelve días más tarde a sobresaltarte cuando descubres que alcanzó en tu ropa sitios donde ni imaginaste que podría haber llegado, y que tarda en desaparecer, como ese conocido al que desearías no conocer y que te para en mitad de la calle justo el día que querrías no encontrarte con nadie y del que no eres capaz de deshacerte ni en cinco minutos, que te parecen veinte. Ahora ve y dile que no al huevo.