Adiós a Teresa Vázquez Trelles, la mujer que convirtió su casa en Sanxenxo en el hotel Campomar

Marcos Gago Otero
Marcos Gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

Teresa Vázquez Trelles
Teresa Vázquez Trelles Ramón Leiro

Esta emprendedora vecina de Noalla transformó su vivienda familiar en uno de los establecimientos hoteleros de referencia del entorno de A Lanzada

11 feb 2024 . Actualizado a las 18:12 h.

María Teresa Vázquez Trelles (Noalla, Sanxenxo, 66 años) fue una de esas mujeres emprendedoras que aprovechó el creciente atractivo de su parroquia natal de Noalla hasta transformar su casa en un hotel, el Campomar, que es uno de los más conocidos del rural de la capital turística de las Rías Baixas. Falleció recientemente dejando un gran vacío y muchos recuerdos, ya que esta mujer destacaba por su carácter afable y era muy querida entre sus vecinos y los turistas que se alojaban en su establecimiento hostelero ubicado en el lugar de Mourelos, al lado de A Lanzada. Casada con Antonio Touriño Piñeiro, deja dos hijos, Alejandro y Natividad, y dos nietos.

Su hijo Alejandro Touriño recuerda que sus abuelos tenían «la típica taberna» y ultramarinos de mediados del siglo XX, así que Teresa, desde niña, aprendió a trabajar echando una mano en la empresa familiar. Se casó en 1977 a los 19 años y la recién formada familia construyó una casa nueva. Era una vivienda algo grande y su hijo explica que a sus padres se les ocurrió la idea de alquilar habitaciones con baño a los turistas que llegaban en verano al municipio. «Era lo que se hacía en la década de 1980», resalta Alejandro. La experiencia fue buena y el negocio familiar prosperó. En 1989 habilitaron una cafetería y ampliaron el edificio con una planta para tener más habitaciones. Así se transformó en un hostal de dos estrellas, ya con el nombre de Campomar. En 1994 pasó a hotel de dos estrellas, con piscina, y según fueron pasando los años se fue ampliando más y más hasta convertirse en un establecimiento de referencia en Noalla, pasando a la actual clasificación de hotel de tres estrellas superior.

Alejandro recuerda que en este hotel, que nació con un carácter muy familiar, Teresa hizo de todo. Se ocupaba de las reservas, atendía la cocina. «Aprendió en los fogones, muchas recetas leyendo libros, algún cursillo que hizo y ya últimamente con lo que veía en Internet». Nombrar el Campomar en Noalla es mencionar uno de sus hoteles de los que los vecinos están más orgullosos en esta parroquia y esta familia de emprendedores tiene el respeto y cariño de muchos turistas, que llevan décadas alojándose con ellos en verano. «Hay clientes que para nosotros son como familia», resalta su hijo.

Teresa era una luchadora, no solo en el mundo empresarial, sino también a la hora de enfrentar la enfermedad. Alejandro indica que su madre «tuvo un linfoma que le repitió tres veces» y que se jubiló a los 60 años, pero su carácter afable y luchador la ayudó a sobrellevar estas duras experiencias. Ella siempre hizo gala de sus raíces en Noalla y lo demostró hace dos años, cuando posó para un reportaje en La Voz de Galicia con su madre, Virginia, que entonces a sus 89 años todavía cultivaba sandías en su huerta.

Sus hijos definen a Teresa como una mujer que era «pura energía, testaruda, en el buen sentido de la palabra porque siempre miraba hacia adelante cuando tenía una idea que intentar, muy trabajadora, valiente, tenaz y alegre». Alejandro recuerda que su madre «amaba la huerta» y tenía un jardín en casa que cuidó hasta el final. Siempre ligada al lugar que la vio nacer, «era una amante de A Lanzada, que le encantaba, porque para ella era un paraíso».