Los restauradores intentan salvar los frescos de la iglesia vieja de san Ginés
31 oct 2023 . Actualizado a las 18:57 h.Un arco en la iglesia antigua de San Ginés, en Sanxenxo, exhibe desde hace cuatro siglos los símbolos más representativos de la pasión y crucifixión de Cristo, siguiendo la tradición católico romana. Los restauradores, por encargo de la parroquia y con el visto bueno de Patrimonio, se esfuerzan por rescatar estas pinturas al fresco antes de que la humedad y el deterioro en que se encuentran las conviertan en un recuerdo. El arco delimita el espacio de la capilla de la virgen de la Soledad, fundada en el interior del templo por integrantes de la familia De la Maza a finales del siglo XVII.
El historiador local y experto en el templo sanxenxino, José Manuel Abel, explica que se trata de parte de un retablo pictórico, una costumbre muy habitual hace siglos porque pintar en la pared era mucho más barato y rápido que hacer uno de madera. Según explica Abel, el autor de este retablo al fresco no cuidó mucho su obra, porque «la pared no está preparada para las pinturas» y los pigmentos se han ido desprendiendo poco a poco del granito. El proceso de deterioro se ha acelerado en los últimos años, en que estaban al descubierto tras la retirada del retablo de madera y ahora se intenta frenar este proceso con su rehabilitación.
Abel comenta que el artista debió inspirarse para su obra en la copia del grabado de un misal y que la composición sigue la habitual de este tipo de representaciones simbólicas, que reciben el nombre técnico de Arma Christi. En el caso del templo sanxenxino, el despliegue simbólico consta de trece cuadrados, de los que solo en uno no queda rastro suficiente para saber qué podía haber contenido.
En los demás recuadros, los motivos que se suceden en cada marco son los siguientes: jarra para el lavado de manos de Pilato; una palmera del huerto de los olivos, el cáliz de la eucaristía, tres dados del juego de los soldados romanos, el paño de la Verónica con el rostro de Cristo, una cuerda, un hisopo, el gallo que cantó tras la negación de Pedro, una cruz con una sábana y el sepulcro. A estos hay que añadir dos con figuras decorativas con cruces más elaboradas.
El estado de conservación de cada pieza es variable. Algunas todavía se pueden percibir con claridad, mientras que en otras la pérdida de pigmento dificulta su observación a simple vista. El arco solo es parte del conjunto pictórico, ya que la pared que rodea se situaban, en medio de columnas pintadas el espacio donde se colocaba la imagen de la virgen.
José Manuel Abel señala que también hay una inscripción en latín, aunque añade que, en este caso, el pintor copió una inscripción «en latín macarrónico». Es decir, que no era el idioma clásico de Cicerón, sino un nivel lingüístico muy inferior. Quizás el propio copista del grabado no entendía tampoco lo que estaba escribiendo bien. La frase, hoy en día apenas perceptible, se refiere a la comprensión teológica católica sobre María.
Mientras duren los trabajos de la rehabilitación, la capilla y los frescos permanecerán ocultos al público por una lona, que solo se levantará para facilitar la operativa de los restauradores. La puesta a punto de la capilla de la Soledad es un paso más en un proyecto más amplio, impulsado por la parroquia, y que ha permitido la recuperación de otros retablos de madera y al fresco, así como de las losas heráldicas de sepulturas del siglo XVI.