El helicóptero de Tráfico detecta maniobras incorrectas desde 300 metros de altura
09 ago 2015 . Actualizado a las 12:31 h.Desde hace algo más de dos años es el terror de aquellos conductores a los que les gusta pisar el acelerador. Desde una altura de 300 metros, los cámaras del Pegasus son capaces de detectar infracciones que se cometen hasta a un kilómetro de distancia. Aunque habitualmente se asocia a la aeronave con los excesos de velocidad, a fin de cuentas es la infracción más habitual en las carreteras provinciales, lo cierto es que también se emplea para controlar otras conductas incorrectas, pero ya no solo cometidas por el conductor sino también por los acompañantes.
Así, el gran hermano de la DGT ha permitido sancionar a multitud de personas que superaban los límites de velocidad, pero también a aquellas que realizan cambios de sentido en zonas no habilitadas -algo habitual, al parecer, cuando se producen atascos en las horas de regreso de las playas- o a quienes consideran que la distancia de seguridad entre vehículos es una utopía que está en los manuales, pero no algo que se tenga que aplicar en el mundo real. Son solo unos ejemplos, ya que el Pegasus también detectaría cuando el individuo al volante está más pendiente del WhatsApp, del Candy Crush o, incluso, del periódico que de lo que le rodea, o cuando, algo también hasta cierto punto común, se olvida de colocarse el cinturón.
Lejano, pero atento
Precisamente, en el caso de las personas que viajan como acompañantes, es de las sanciones más habituales, aunque, en este caso, también se detectan a muchos copilotos que disfrutan viajando con los pies apoyados en el salpicadero o, incluso, asomando por la ventanilla, como ya se ha dado el caso. Se trata de conductas sancionadas con 80 euros y que se encuadran en el artículo 18 del Reglamento General de Circulación. Establece, entre otras cuestiones, que el conductor «deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros».
«En caso de accidente, si saltan los airbag, te pueden destrozar las piernas», señala Juan Carlos Abalde, piloto de uno de los Pegasus asignados a Pontevedra y, por extensión, a Galicia. Diariamente, este helicóptero despega de su base en A Coruña para cubrir la zona que tiene asignada. En principio, la planificación es mensual: «La programación se hace de un mes para otro con la Guardia Civil de Tráfico. Nos asignan las carreteras».
No obstante, esta planning puede verse alterado por cuestiones puntuales o, incluso, por la climatología. El itinerario marcado para esta jornada arranca en el entorno del nudo de Os Bombeiros para, acto seguido, adentrarse en la variante de Marín. Una de las ventajas del Pegasus, que en su día fue el primer radar aéreo en el mundo capaz de detectar con precisión milimétrica los excesos de un vehículo a las distancias anteriormente reseñadas, es que permite realizar un control individualizado de los vehículos.
No pasa mucho tiempo hasta que surge la oportunidad de comprobar su versatilidad. La operadora de vídeo detecta varios turismos que, circulando en caravana, pueden superar los límites de velocidad. La cámara enfoca al primero, matrícula incluida, y el láser comienza a operar. La tesis es sencilla: «El que destaca más, el que va primero, es el que va más rápido y es el que se controla. Si va bien, el resto también».
Falsa alarma. El láser realiza mediciones de velocidad en intervalos de tres segundos y luego establece la media. Es una de las diferencias con los radares convencionales que uno se puede encontrar en cualquier carretera y que solo miden las velocidades en un momento determinado.
En O Morrazo
De la variante de Marín, el Pegasus salta al corredor de O Morrazo. En todo momento, el piloto se mantiene en contacto con la torre de control de Vigo, desde la que le informan que el helicóptero Pesca I se encuentra en el entorno de Oia. No hay problema.
Durante estos meses de verano, el corredor de O Morrazo es uno de los puntos conflictivos en los retornos de las playas, algo que también sucede con las carreteras que comunican Pontevedra con los arenales de Sanxenxo, Marín, Bueu o Poio. Está claro que en los atascos, la velocidad no es el problema. En su lugar, las incidencias proceden normalmente de conductores impacientes que no dudan en realizar maniobras incorrectas, incluso invadiendo líneas continuas, para hacer un cambio de sentido o de aquellos otros que optan por transitar directamente por el arcén como el cliente de un supermercado que se cuela por delante de los que tiene en la cola.
El tramo final del recorrido lleva al Pegasus a dirigirse a Pontevedra por la AP-9. «Nos suelen asignar carreteras donde se circula a más velocidad y hay más coches», concluye Abalde.
Pontevedra, la octava provincia en multas
Las estadísticas de la DGT hablan claro: Pontevedra sigue en el top ten de provincias con mayor número de infracciones circulatorias. Solo el año pasado se interpusieron en esta red viaria un total de 102.380 o, lo que es lo mismo, cada día del 2014 se detectaron una media de 280 infracciones de tráfico.
Tal circunstancia hace que Pontevedra registre más multas que otras provincias e, incluso, comunidades españolas con mayor población. Es el caso de Cádiz, Asturias, Baleares, Las Palmas o Tenerife. Por su parte, en el ámbito autonómico, A Coruña, con 127.615 denuncias, superó a las Rías Baixas, que cerraron el pasado ejercicio en el décimo puesto de este problemático ránking.
Los datos aportados por Tráfico reflejan, por otro lado, una cierta estabilidad anual, lo que, a juicio de los expertos, es uno de los argumentos para desechar la extendida tesis del afán recaudatorio. Así, si las sanciones del 2014 apenas supusieron un incremento del 0,37 % con respecto a las del año anterior, en el que se tramitaron 101.998, al mismo tiempo, conllevaron un descenso del 0,7 % con relación a las 103.162 formalizadas en el 2012.
En cuanto a la traducción de estas incidencias en euros, el Estado recaudó algo más de 11,5 millones de euros el pasado ejercicio, convirtiendo a Pontevedra en la octava provincia española donde más dinero generaron las sanciones al volante. Por lo pronto, y en los seis primeros meses del 2015, se han ingresado 3.526.198 euros en las arcas estatales por este concepto.
El exceso de velocidad, no emplear cinturón de seguridad u otros sistemas de retención homologados y un inadecuado mantenimiento del vehículo, así como el consumo de alcohol al volante, son ?no necesariamente por este orden? cuatro de las infracciones más comunes que detectan los agentes del destacamento de Tráfico.