«¡Esto no le envidia nada a la Toscana!»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

BUEU

CAPOTILLO

Abrir los ojos en la caravana y despertar en un paraíso verde. Ocurre en Cabo Udra a diario

11 jul 2020 . Actualizado a las 19:13 h.

El jueves, Lucas, que es coruñés y recién llegado al mundo del turismo de autocaravana -«la hemos alquilado, ni siquiera es nuestra», aclaraba- se despertó en el vehículo que estos días le hace de casa a él y a su mujer e hijos. Estaba en Cabo Udra (Bueu) en una mañana con sol de justicia. Habían llegado de noche, sin saber muy bien de qué sitio se trataba, simplemente aconsejados por un amigo que les dijo que ahí estarían bien y evitarían las aglomeraciones. Lucas abrió los ojos, se desperezó y no le hizo falta poner un pie fuera para darse cuenta de que su amigo le había informado bien. Miró desde la puerta de la autocaravana, observó el verde, interiorizó la sensación de libertad que se tiene en Udra, divisó el mar al fondo y concluyó rápido: «Pues sí, esto es un paraíso, qué pasada», decía mientras animaba a su hijo Bruno a ir a investigar cómo era el hábitat que les rodeaba.

Mucho mejor tenían estudiado ya el entorno Javi y Loli. Naturales del País Vasco, están recorriendo Galicia a bordo de una furgoneta con cama incorporada. Recalaron en Udra. Y sintieron que habían acertado de pleno: «En general, toda Galicia nos gustó y los sitios para caravanas son fabulosos. Nosotros hemos recorrido parte de Europa, hemos estado en Francia, Italia... pero es que esto es mucho. ¡Esto no le envidia nada a la Toscana!», enfatizaba Loli. Luego, sentados en una furgoneta donde una tela en la que se leía «la vida es un viaje, no un destino» hacía las veces de cortina, narraban que habían estado en Santiago y que les impresionó que no hubiese gente en el Obradoiro. «Contamos veinte personas en la plaza», dijeron. Terminaban la charla con el gran debate que tenían por delante: «Aquí, en Udra, lo único importante que hay que decidir es si tiramos hacia allí a la playa [señalando a Mourisca] o nos vamos hacía allí al otro arenal [apuntando a Ancoradouro]. Es todo tan verde, tan bonito...», señalaban al unísono.

Javi y Loli compartían espacio en Udra con clásicos de la autocaravana como Serafín, que sentado en una roca a pie de su vehículo contaba que lleva más de una década practicando este turismo. Tiene callo y tiene alguna queja: «Dame pena que se pense que os que imos en caravana non gastamos nos sitios. Comemos e ceamos fora, imos aos supermercados, imos botar carburante... si que facemos gasto», indicaba. Él es de Cerdedo y fue a Cabo Udra porque sabe de sobra que ese lugar no falla: «Durmir aquí é un pracer, é un sitio moi bonito, moi natural», decía.

El jueves, en Cabo Udra, donde el sonido de los pájaros y el trajín de dos rapaces de Vigo que se preparaban para ir de pesca con sus cañas era lo único que se escuchaba a media mañana, había casi una veintena de caravanas aparcadas. El Concello de Bueu permite estas pernoctas. Eso sí, cruza los dedos para que este entorno no acabe masificado.