El vino premiado que es la «Mar de Ons»

paloma f. gómez / s.b. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Luz Moldes y Manuel Troncoso, socios de la bodega Aguiuncho, de la zona del Valle del Salnés
Luz Moldes y Manuel Troncoso, socios de la bodega Aguiuncho, de la zona del Valle del Salnés ADRIÁN BAÚLDE

Luz Moldes es, junto con Manuel Troncoso, gerente de la bodega Aguiuncho, en la zona del Valle del Salnés DO Rías Baixas y, para ella, la mejor forma de disfrutar del vino es «con buena compañía»

29 ago 2025 . Actualizado a las 12:09 h.

Acompañando una tarde de tapas con amigos, en cenas de Navidad o Fin de Año, durante las comidas familiares de los domingos... El vino, para quien le guste, forma parte de muchos de los recuerdos y momentos especiales de la vida de una persona. Puede ser tinto, blanco o rosado, cada quien tiene sus propias preferencias. Sin embargo, a pesar de la gran variedad que existe, la zona de Pontevedra cuenta con un vino que es, innegablemente, especial.

La Denominación de Origen Rías Baixas abarca una parte del Noroeste de España que se caracteriza, además de por las cualidades del propio suelo, por su viticultura tradicional con variedades autóctonas. Entre las diferentes botellas de albariño que viticultores y bodegas llevan a las mesas temporada tras temporada, este verano ha destacado un vino pontevedrés en particular. Y es que la Medalla de Oro de la Festa do Albariño de Cambados ha sido para Bodegas Aguiuncho, cuyos viñedos se extienden a lo largo y ancho del Valle del Salnés.

Un vino la «Mar de Ons»

El premiado ha sido su albariño Mar de Ons. Más concretamente, el elaborado a partir de su cosecha del 2024, cuando la bodega cumplía 25 años. Luz Moldes, socia de Aguiuncho junto con su marido, Manuel Troncoso, describe este vino como la definición «del albariño tal cual». Así, es un vino joven, «fresco, afrutado, con toques cítricos y muy fácil de beber, pero en el buen sentido de la palabra». Sin embargo, antes de poder disfrutar de su sabor, la uva realiza un largo y arduo viaje guiada, en todo momento, por los viticultores.

En relación con esto, Moldes explica que la parte más importante del proceso está en la viña, pues «tenemos que cuidarla durante todo el año». El objetivo de los meses de actividad, señala, es «conseguir el equilibrio perfecto para poder trabajar con una materia prima excelente y lograr la mayor calidad».

Una calidad que se obtiene, en gran parte, gracias al clima de las Rías Baixas. Este, acompañado por la cercanía con el mar de la zona, es el que otorga las propiedades concretas al suelo en el que crecen las viñas. Y es que todas ellas son condiciones sine qua non para obtener la uva blanca DO Rías Biaxas, pero también suponen uno de los mayores riesgos para la viña. En palabras de Luz, «dependemos del tiempo y podemos ser previsores, pero no tenemos la última palabra».

También hay que tener en cuenta que, de un año para otro, el suelo y el clima «evolucionan» y la uva, aunque a grandes rasgos, lo hace con ellos. «Para nosotros es muy importante que el vino hable, de las lluvias, del tiempo de cada año… es parte de la cultura y el encanto del vino».

La vendimia, «nuestra época de mayor trabajo», comienza entre mediados y finales del mes de agosto. Tal y como indica Moldes, es el momento de «recoger el fruto de todo un año de trabajo». Entre todas las actividades que se realizan a lo largo de estos meses destaca que «seleccionamos a mano y despalillamos, luego enfriamos y prensamos». Todo ello para, finalmente, decantar y fermentar el mosto limpio. Una vez hecho todo esto, tan solo queda estabilizar en frío y filtrar para proceder con el embotellado.

«Vino para cada momento»

A pesar de que el Mar de Ons es «el Rey de los albariños», Luz señala que «hay un vino para cada momento». Así, la bodega Aguiuncho también ofrece entre sus productos otros dos vinos de características ligeramente diferentes. En primer lugar, se encuentra el Lías. Este, que es el favorito de Manuel Troncoso, se caracteriza por ser «graso en boca y más complejo gracias a los matices que le aporta la crianza».

Para Luz, sin embargo, destaca el de barrica. Ella lo describe como un vino más maduro en el que se pueden apreciar toques de fruta de hueso gracias al contacto de la madera. Aún con todo, opina que «depende de la ocasión, del estado de ánimo y de lo que nos apetezca».

Esto mismo sucede con la comida recomendada para acompañar al vino: «No me gusta hablar del maridaje ideal, prefiero pensar que el gusto de cada persona es único, personal». De hecho, Moldes señala que cada cliente es un mundo. «Algunos nos dicen que disfrutan del albariño con infinidad de platos diferentes y muy distanciados de lo que sería lo tradicional». En su caso en particular, reconoce que lo disfruta muchísimo «con una empanada casera de mi madre, pero, sobre todo, con buena compañía».