
A pesar de tener solo 32 años, Adrián Solla ya ha tocado todos los palos posibles en la música. Y desde hace un año es la mano derecha de la cantante madrileña
29 jul 2020 . Actualizado a las 09:02 h.A Adrián Solla (Pontevedra, 1988) le quedó claro hace mucho que el vivir de la música entrañaba dos claves.
En primer lugar, la formación constante. Comenzó con seis años a tocar, en una escuela de música de la ciudad. Ya mayor de edad, siguió aprendiendo a un nivel avanzado en la Escola Estudio de Santiago y en el Seminario Permanente de Jazz. Hace poco se graduó en jazz y músicas modernas en la Escuela de Música Creativa de Madrid.
Con respecto al Seminario pontevedrés, solo puede elogiarlo: « En Abe Rábade e Paco Charlín teñen dous dos mellores profesores que coñezo a nivel nacional. Incluso internacional». Habla con conocimiento de causa, porque Adrián Solla ha recibido clases de más de 50 músicos distintos de todo el mundo. Algunos tan prestigiosos como Logan Richardson o Darren Barrett. Pero los nombres de los dos profesores del colectivo pontevedrés son los primeros que vienen a su cabeza. Y el de Alfredo Susavila, a quien define como su «mentor» y a quien a día de hoy pide consejos profesionales.
Aún así, él destaca de sí mismo su faceta autodidacta: «De adolescente gustábame sacar de oído os discos de Mike Oldfield».
¿La segunda clave? Tocarlo todo. Solla, además de músico en solitario, es productor, arreglista, compositor, músico de gira y profesor. Y detrás dejó muchos proyectos y trabajos diferentes: grupos de rock-folk, bandas tributo, orquestas de verbena, galas televisivas, composiciones de jingles y de bandas sonoras... Es la única manera de sobrevivir y de crecer. Gracias a eso, llegó a donde hoy está.
«Hai so unha semana rematei coa produción do próximo disco de Chenoa», comenta como si nada. «Tamén traballei durante tres anos co galego Enrique Ramil. Ata hai nada, participaba en case toda a súa música». Y desde hace un año, su carrera está ligada a la de Marta Sánchez. «Comecei como músico de xira para ela e agora traballo tamén na súa produción».
De hecho, su último single, Un mismo corazón, está producido por él. La madrileña quiso publicar este tema y donar todos los beneficios generados para colaborar en la lucha contra el coronavirus. Una enfermedad que el propio Solla ha tenido que sufrir en sus carnes.
«Volvín de Madrid a semana que se decretou o confinamento e dous días despois comecei a atoparme mal. Ádvertín á miña familia, illeime na miña casa e pasei a enfermidade». Hubo momentos duros, pero afortunadamente ya está en plena forma. Y durante ese tiempo siguió trabajando en la producción de la canción.
Ahora, Solla busca retomar ese ritmo frenético que le caracteriza. Por eso, aunque tiene varios compromisos en directo con Marta Sánchez, quiso reservar estas fechas para el ciclo de jazz de su Pontevedra natal, que este año toma el relevo del Festival Internacional.
Su concierto será el día 30 en la praza da Pedreira, a las diez de la noche. Solla brindará su propuesta para un festival de jazz que se presagia muy heterogéneo. «O meu non é un jazz ao uso. Ten moitas trazas do jazz europeo, do folk, do pop, da música tradicional galega... E veño cun espíritu renovado con respecto ás últimas veces que toquei por aquí». El niño que aprendió escuchando Tubular Bells vuelve a casa.