La pandemia que arrancó con un caso importado y transformó los hospitales

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

En Montecelo llegó a haber seis plantas para tratar a pacientes de coronavirus. Los ingresados pasaron de 116 a 30

26 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las alarmas se encendían en lo sanitario el 8 de marzo. Aquel domingo de las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés registraba su primer caso confirmado de coronavirus. Un camionero de 45 años que se había contagiado en Madrid. Afortunadamente este hombre venció al virus y se convertía también, el 21 de marzo, en la primera alta hospitalaria. Antes de eso se producía la primera muerte de las 15 registradas hasta el viernes. Fue el 15 de marzo un hombre de 81 años que había estado de vacaciones en el balneario de Cuntis. Un caso importado de la capital de España.

La emergencia sanitaria que obligó a confinar a la población durante ya seis semanas puso también patas arriba los hospitales. Al tiempo que crecía el número de casos, crecían también las quejas de los sanitarios por falta de material de protección. Los centros de salud fueron inicialmente los grandes olvidados. En el ambulatorio Virxe Peregrina se vio a enfermeras hacerse batas con bolsas de plástico y en el de A Parda a algún médico acudiendo a consulta con una pantalla de protección casera. En lo asistencial, los centros del Complexo Hospitales Universitario de Pontevedra (Chop) cambiaron su estructura para poder atender los casos crecientes de covid-19 y el 20 de marzo se habilitaba en el Recinto Ferial de la ciudad un punto para hacer test rápidos sin bajarse del coche. El llamado sistema covid-auto.

En Montecelo, centro de referencia para la atención de pacientes con coronavirus, llegó a haber hasta seis plantas de hospitalización para este fin. En Neumología hubo otorrinos, endocrinos, digestólogos, cirujanos y hasta traumatólogos rotando y echando una mano para reforzar los servicios con más actividad. Eran días frenéticos. El pico de hospitalizados se contabilizó el 1 de abril con 116 entre planta y la unidad de cuidados intensivos (uci).

Precisamente, el avance de la pandemia obligó a montar ucis improvisadas en otras zonas como la unidad de recuperación pos anestésica (urpa) y la unidad de reanimación, con lo que las camas de críticos pasaron de las 10 de uci a 50 sumando la unidad de coronarias y quirófanos. No se llegaron a usar las 50. También se gestionó la cesión del antiguo hospital de la Escuela Naval Militar de Marín para acoger a pacientes de pre-alta. Ante la negativa del Ministerio de Defensa se hizo lo propio con la residencia del Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD), dependiente de la Xunta, que tampoco se llegó a usar al no alcanzarse un escenario de colapso de los hospitales. A estas alturas de abril solo quedan dos plantas para pacientes de coronavirus en Montecelo, la pre-covid y la de Neumología.

Rehabilitación con tabletas

Otra de las contribuciones importantes en la recuperación de los pacientes con covid llega del servicio de Rehabilitación. Médicos y fisioterapeutas diseñaron un programa para mejorar o recuperar la capacidad pulmonar afectada tras la enfermedad y la movilidad. Tabletas donadas al hospital permiten que los enfermos aislados en su habitación puedan ejercitarse. El material incluye ejercicios respiratorios costo-diafragmáticos y ejercicios de movilización de las extremidades superiores e inferiores y de fortalecimiento muscular.

No hay que olvidar que los pacientes que vencen al virus salen de la uci después de dos semanas sedados e intubados. Lo hacen desorientados y con muchos kilos menos -entre 10 y 12- por la pérdida de masa muscular. Fue el caso de Valentín Otero, un vecino de Meis de 60 años, que contó su experiencia tras recibir el alta el 14 de abril. «El médico me dijo que yo le había ganado a la muerte», relató él mismo.

Muchas críticas suscitó la decisión de cerrar la uci de Montecelo para acometer unas obras de reforma en plena pandemia. La medida se conoció el viernes por el personal de enfermaría de esta unidad. Pocos entienden en el ámbito sanitario que se clausure una uci en estos momentos para construir dos boxes de aislamiento, pintar, renovar las luminarias y limpiar conductos e instalaciones. Para ello hubo que trasladar a dos pacientes de covid a reanimación.

Todavía confinados en casa son muchos los que ya piensan en el otoño, en esa posible segunda oleada del virus. Desde el servicio de Neumología lanzan un mensaje optimista y de tranquilidad, aunque para entonces no habrá todavía vacuna. «Si llega esa oleada debería ser mucho más pequeña, estamos más preparados y conocemos más el virus», augura un facultativo.