Aún queda partido

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Para saber si Lores consigue la mayoría absoluta, para comprobar la recuperación del PSOE: la evolución de C´S y cómo resulta el duelo fratricida de Marea y Podemos

12 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La entrega de Sondaxe que hoy publicamos confirma la sensación generalizada de que Lores asumirá, el sábado 15 de junio, el bastón de mando de la ciudad por sexta vez consecutiva. No hay discusión posible ni riesgo alguno de que un cataclismo electoral lo impidiese. Pero queda por ver si llegará a ser proclamado alcalde por mayoría absoluta, como vaticina el tracking o como lista más votada mediante el consentimiento, vía abstención, de PSOE y/o Marea.

Asimismo Sondaxe confirma la subida del PSOE, aunque a mi modo de ver más vagamente de la sensación que nos dejó el resultadazo que sacaron hace dos domingos en esta ciudad (16.349 votos). Dejarse tres cuartas partes de esa bolsa de sufragios en menos de un mes, me parece demasiado.

Del mismo modo se vendría a ratificar el desplome del PP que se podría traducir en su peor resultado en municipales al bajar a 6 concejales para desgracia de Rafa Domínguez, pese a sus ímprobos esfuerzos por detener la sangría y cambiar la tendencia.

En lo que concierne a Ciudadanos y Marea, creo que debemos ser muy cautos con los datos que nos proporciona el sondeo. El cambio de candidato en la formación naranja se evidencia en un grado de desconocimiento que solo se amortigua gracias al tirón de los líderes nacionales de Ciudadanos. Como escribía un querido colega, «a Goyo Revenga le hacen la campaña Albert Rivera e Inés Arrimadas».

Con respecto a la izquierda populista, me cuesta creer que las divisiones cainitas que han conducido a la presentación de hasta tres listas (Marea, Unidas-Podemos y CxG) no terminen por desgastar a la candidatura de Luis Rei y Tere Casal, que en otro escenario, de unidad deseable, tendrían muchas más posibilidades.

En todo caso, aún queda partido. Son trece días de campaña electoral los que restan todavía. Y no olviden que aún hay una franja de indecisos del orden de 23.000 pontevedreses (el 35 % del censo electoral del municipio) susceptibles de ser captados o de quedarse en sus casas.

El riesgo de desmovilización

Fernández Lores quiere llegar al que será su último mandato como alcalde de Pontevedra a bordo de una mayoría absoluta que se le escapó por un puñado de votos en las municipales de 2015. Si el tracking de Sondaxe no se desmiente por la futura evolución del electorado pontevedrés, ahora estaría más cerca que hace cuatro años.

Después de este último mandato, que, como me decía un concejal de la oposición, fue «al tra, trán» tirando de la teta del modelo de cidade y del fulgor de eventos como el reciente ITU Multisport, Lores llega a las urnas sin mayor erosión. La presión de los trabajadores y entorno de Ence no parece que vayan a desgastarle como indica la nota que le otorga la ciudadanía, un 6 largo.

No obstante, el escenario de una pronosticada victoria tan clara puede conllevar el riesgo de la desmovilización. César Mosquera, auténtico cerebro y señor de la sala de máquinas del BNG pontevedrés, bien lo sabe y viene advirtiendo contra la autocomplacencia de sus compañeros y de la organización frentista. Probablemente ese sea el mayor contratiempo que le chafaría a Lores la deseada victoria por mayoría absoluta. Pero no es el único. El otro vendría de una redistribución del voto. Si el PSOE logra subir, como parece será, mermará una parte del botín del BNG. Insisto en que lo ocurrido en generales el pasado 28 de abril no se puede disolver como una pastilla efervescente. Si el suelo electoral del Partido Socialista en esta ciudad está en torno a los 4.300 votos que le vienen dando 3 concejalías, cualquier subida considerable -como se atisba- debería traducirse en un incremento de escaños a costa de BNG y Marea.

Duelos fratricidas

A derecha e izquierda se plantean duelos fratricidas. Rafa Domínguez recibió una herencia envenenada. El PP viene en caída libre en esta ciudad como apreciamos con los malos resultados de hace dos domingos. Y a diferencia de su rival Lores, Rafa no parece capaz, pese a sus esfuerzos, trabajo y campaña imaginativa, de frenar esa tromba. Mientras el BNG se crece y multiplica en municipales, el PP va camino de su peor resultado. No se atisba señal alguna, por ahora, de recuperación, siquiera de contención de los votos obtenidos en el 2015 y muchos menos en el 2011. Y para colmo, al joven candidato del Partido Popular y su renovado equipo le muerden los tobillos Ciudadanos y Vox. Los naranjas se pueden llevar hasta un 5 % de antiguos votantes del PP. Aunque no les llegaría para duplicar su actual presencia en el Consistorio.

Y la ultraderecha es como una mosca cojonera: rasca votos al PP, al que erosiona pero no se aprecia que pueda llegar a superar el listón del 5 % legal para alcanzar representación municipal. Torres, el exjefe de Bomberos, no resulta un candidato reconocible para el electorado.

En la izquierda populista pasa algo parecido. Las candidaturas de Unidas Podemos y CxG restarán fuelle a Marea Pontevedra. El tándem Luis Rei/Tere Casal va a tener que remar mucho más -no solo en sentido práctico- para remontar una previsible caída de votantes que le conduciría a una presencia testimonial en la próxima corporación, si el vaticinio de Sondaxe se cumple.