«Es mi receta, pero no soy un héroe»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

Antes de dar con su diagnóstico de espondiloartritis, casi operan a Manuel Morquecho de la rodilla y los tobillos

01 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Morquecho Barral padece desde los 18 años una enfermedad reumática de siete sílabas y nombre complicado, la espondiloartritis. Su testimonio fue uno de los que se pudo escuchar este viernes en el Hospital Provincial de Pontevedra dentro de la jornada Hai vida máis alá da enfermidade, dirigida a pacientes con patologías reumáticas. Manuel, que trabaja como director del área de Cultura del campus de Pontevedra, señala que la época más complicada fue la previa al diagnóstico y algunos brotes que lo tuvieron entre seis y diez meses «sin poder coger el teléfono».

La espondiloartritis es un grupo de enfermedades autoinmunes que afectan a las articulaciones mediante brotes inflamatorios agudos. En su caso fue en el verano de 1975 cuando se manifestó en una rodilla. «Aunque la enfermedad la descubrió un médico ruso a finales del siglo XIX, en aquella época, cuando yo tenía 18 años no había especialistas en Galicia y te veía un traumatólogo. Te recetaban sales de oro, que se daban en el siglo XIX y que te destrozaban el riñón», relata. Manuel, que por aquel entonces estudiaba Medicina, recuerda que no podía andar y que le recomendaban reposo. «Cuando no era la rodilla, me dolía el codo. Estuvieron a punto de operarme de menisco y de los tobillos para ponerme unas botas», cuenta.

Para llegar a su diagnóstico de espondiloartritis tuvo que esperar más de cuatro años. En el hospital Puerta de Hierro de Madrid llegó la confirmación. A partir de ahí, aprendió a vivir con esta enfermedad crónica, marcando él las pautas. El problema más grave lo tiene en las caderas, en la articulación sacroilíaca, pero a sus 62 años se le dibuja una sonrisa en la cara cuando dice que lleva dos sin medicación específica.

«Tengo un dolor crónico en el cuello y padezco cólicos de riñón, y aunque el umbral del dolor lo tengo muy alto, puedo llevar una vida normal y no me privé de nada. Soy un amante de los balnearios y de las manos de los fisioterapeutas», confiesa. Y es que Manuel apostó por el ejercicio físico para mantener a raya una enfermedad que también padecen dos de sus tres hijos. Tuvo una cosa clara ya de chaval. «Sabía que de la espondiloartritis no me iba a morir, pero si no me cuidaba iba a tener muchas complicaciones y una vida muy limitada». Por eso el deporte jugó y aún juega un papel importante en su día a día. Practicó espeleología y montaña, y la actividad física forma parte de sus rutinas, excepto cuando pasa por períodos de dolor. «El aquagym me va muy bien, justo lo contrario que el correr, que no es bueno para las articulaciones». Este viernes, tras hablar en el salón de actos del Provincial, reiteró su mensaje. «Cómo afrontas una enfermedad es muy importante. Yo lo hice y lo hago así, es mi receta, pero no soy ningún héroe», recalca Manuel. La enfermedad hizo que no acabara la carrera de Medicina, pero sí estudió después Bellas Artes. Otra de sus aficiones es la pintura. Otro consejo que da para las personas con enfermedades reumáticas es que eviten el coche en la medida de lo posible: «Si no andas, andarás cada vez menos».