El puente al que todos sobreviven

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Los vecinos han diseñado un proyecto de recuperación del puente que también descubriría los dieciocho molinos de Cerponzóns.
Los vecinos han diseñado un proyecto de recuperación del puente que también descubriría los dieciocho molinos de Cerponzóns. ramón leiro< / span>

El acueducto de Malvar, en el Camiño Real, ha sido testigo de muchos siniestros. Ninguno con víctimas mortales, ni siquiera un intento de suicidio en 1913

30 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Se arrojó del puente Rons de una altura de 50 metros, una agraciada joven de 18 años de edad llamada Dolores que vivía en el lugar de Tilve, parroquia de Cerponzones, vivía con la costurera Manuela Eiras, esta había recogido a Dolores del Hospicio, quiso matarse Dolores por contrariedades amorosas, momentos antes de arrojarse del puente estuvo hablando con su novio Aurelio, en la puerta de la casa donde vivía. Cuatro vecinos la encontraron en grave estado y la trasladaron a su domicilio donde le prestaron los primeros auxilios, el practicante Sr. Losa. El juzgado fue a Cerponzones con el médico D. José Filgueira para instruir diligencias, Dolores presentaba una herida bajo la barba, el médico le dio 11 puntadas. Créese que la suicida intentó antes tirarse en un pozo en cuyo dintel apareció un pañuelo de mujer». El texto, publicado en el Diario Palentino el 9 de agosto de 1913, parece una prueba más de que al puente Malvar sobrevive todo aquel que lo cruza.

Ricardo aún recuerda, a sus 62 años, aquel día que un autobús de Castromil se quedó balanceándose al filo del viaducto. Era regular, e iba cargado de pasajeros. Sin embargo, y a pesar del susto, el incidente acabó sin ninguna víctima mortal y apenas unos pocos heridos leves. Entonces él tenía 6 años y aún lo recuerda como si fuera ayer. Un balance similar tuvo el camión del Ejército que a punto estuvo de precipitarse por el puente, y que finalmente se salvó sin daños, ni personales y materiales, de gravedad. Y también recuerda Ricardo aquel coche que cayó hasta el río, cuyo conductor apenas se resintió del accidente. Lo cuenta en voz alta y capta la atención de Ana y de otros vecinos de la parroquia. Él está convencido de que es todo obra del cruceiro que da la bienvenida al Camiño Real desde Tilve y que ha sido trasladado en tantas ocasiones.

Todos coinciden en la importancia de un acueducto que, además de servir de alternativa a la N-550, pertenece al patrimonio rural de los pontevedreses. Fue el primero en ser construido por orden del Arzobispo Malvar tras su regreso de Sudamérica, y da acceso, además, a los dieciocho molinos que atesora la parroquia y que, aunque abandonados y parcialmente escondidos, se encuentran todavía en buen estado.

Al contrario que el puente: barandillas podridas que corren riesgo de desprenderse, maleza que impide la visión, troncos atravesados en el río y viejas instalaciones de metal en desuso para ocultar el cableado eléctrico son algunas de las dolencias de un tesoro, el de Tilve.