Un chupinazo al estilo pontevedrés

P. M. Gestoso / L. Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

VICTORIA AMOEDO

Como cada año, los jóvenes iniciaron la fiesta bajo el balcón de la plaza del Teucro

05 ago 2012 . Actualizado a las 06:59 h.

Durante meses, permanece alejada de los focos. En realidad, no es un personaje conocido para el gran público. Pero tiene una clá fiel que acude a su balcón año tras año. Ella es la encargada oficiosa, que no oficial, de iniciar el primer fin de semana de peñas entre los jóvenes. Cientos de ellos se concentran desde hace tiempo bajo su balcón el primer sábado de fiesta para que dé su peculiar chupinazo. Un ritual sin cohetes ni bengalas. Tan solo con poner un pie en la terraza, toda una plaza abarrotada de gente se gira hacia ella para dar la bienvenida otro año a un día más que marcado en el calendario de la ciudad.

Tras un inicial saludo, se ve embriagada de la emoción juvenil que rodea la plaza y demuestra sus dotes en el baile y la canción. La ovación se hace cada vez más grande y ella, a su vez más tímida. Por eso, tras cinco minutos de expectación, se esconde entre las cortinas hasta el año que viene. Otro año más, deja que sean los más jóvenes quienes bailen hasta que el cuerpo aguante.

Y aguanta mucho, a tenor de lo visto ayer por la zona vieja. La gente comenzó a llegar a la plaza a primera hora de la tarde. Pero no al coso de San Roque, no. A la plaza del Teucro. Este año, los jóvenes se encontraron con un enemigo imbatible: la lluvia. Ese fenómeno atmosférico que siempre acecha por estas fechas, pero que hasta el momento había dado una tregua a la ciudad del Lérez durante el primer fin de semana.

Tarde, pero con fuerza, salieron los primeros valientes de esta fiesta que dura 48 horas. Era la hora del primer asalto de las conocidas como peñas y el ambiente de fiesta se respiraba en el entorno del mismo modo que el olor a vino se quedaba impregnado en cada esquina de la zona vieja. La lluvia no logró hacerse con el protagonismo que siempre ha adquirido su colega, la bebida rosada. Aquí llueve sobre mojado. Un vino de todos los sabores y tipos se alberga en las pistolas y demás artilugios en un día donde mancharse es parte de la fiesta que los pontevedreses más jóvenes esperan durante el año.

El atrezo es parte del encanto de la fiesta. Los pañuelos, las camisetas de colores, los pantalones cortos y los gorros de paja se instauran como la última moda. Un vestuario que tiene hasta el más pontevedrés en el fondo del armario y que permite vivir de lleno el festejo del fin de semana. Los más originales incluso sacan de sí la mejor de sus ideas como si de un carnaval de verano se tratase. Que si un carrito convertido en toro, que si unas gafas de lo más llamativas, que si una nevera y una sombrilla tuneada con el nombre de la peña, y hasta pajitas con formas taurinas. Cualquier cosa vale para irse a casa con la satisfacción de no pertenecer a un grupo cualquiera.

Cumpleaños en la plaza

Los peñistas también se dejaron sentir, con ruido y color, en la plaza de toros. Fue una jornada atípica en la que, eso sí, no faltó la ola antes de que el sexto toro saliese a la arena a la que, tímidamente, se sumó Carmen Martínez-Bordiu. Y es que en contadas ocasiones se ha podido ver a todo el público cantándole el cumpleaños feliz a un aficionado que tuvo, incluso, ocasión de soplar las velas de una tarta.

Juan José Padilla protagonizó uno de los momentos más tiernos de la tarde cuando su hija corrió a abrazarlo mientras daba la vuelta de honor tras matar a su segundo y haber cortado una oreja. Instantes después de despedirse de la pequeña, asió una bandera pirata. Y es que estaba en tierras de Benito Soto.