¿Quién quiere ser funcionario?

PONTEVEDRA

Casi 7.000 opositores se sometieron ayer en Silleda a las pruebas para optar a una de las 105 plazas de subalterno de la Xunta

30 mar 2009 . Actualizado a las 11:20 h.

Una prueba tipo test, cuatro opciones de respuesta y sólo una correcta. Podría ser el 50x15 de Telecinco, el ¿Quién quiere ser millonario? del incombustible Carlos Sobera o El Millonario de Antena3. Pues no. Son las oposiciones al cuerpo profesional de subalternos de la Xunta celebradas en el recinto ferial de Silleda. Las cifras dan miedo: 11.763 admitidos y 6.994 presentados. El reparto toca a una plaza por cada 68 aspirantes en la convocatoria ordinaria y a una por cada 45 en la reservada para personas con discapacidad. Hay que tener fe.

En Galicia, a falta del Gordo de la Lotería o de un Euromillones con bote, los mortales se mueren por ser funcionarios. En tiempos de crisis, un empleo fijo es una bendición divina. Por eso los opositores peregrinan a Silleda como quien va a los Milagros de Amil. Esperando el milagro que los libere del paro o de los trabajos con sueldos escasos y estabilidad cero.

A las diez, la romería ya está montada en Silleda. Los candidatos toman el recinto ferial dispuestos a luchar por su sueldo Nescafé . Para muchos no es la primera vez. Ana, de Carballo, va por «segunda ou terceira» vez. Más que a aprobar va «a probar». Lo mismo les pasa a María Ángeles, de Vigo, y a Ana, de Lugo, que creen que hai «demasiada xente para poucas plazas». Cristina, de Bertamiráns, es novata. Está impresionada con la marabunta. 42 puertas de entrada y dos pabellones de 11.000 metros cuadrados atestados de competencia amedentran a cualquiera. La espera se hace eterna. Una opositora de rostro cetrino repasa la Constitución apoyada en la puerta 28 mientras otra repone fuerzas con un croissant relleno. Un grupo de compañeros de academia apura el último cigarro mientras se desea suerte. El cambio de hora les ha quitado sesenta minutos de sueño. Para Mario, de Lugo, no es nada. A diario se levanta a las cinco de la madrugada para trabajar. «Hoxe veño descansado de máis», bromea. Las confusiones de puertas y las pequeñas incidencias eternizan la espera de los opositores. Hay 33 aspirantes «condicionados»: personas que no aparecían en las listas o que olvidaron el DNI. Pueden hacer el examen, pero el tribunal decidirá a posteriori si entran o no en el proceso. La exasperante lectura de las instrucciones retrasa el inicio de los tests hasta el mediodía. La suerte está echada. No hay comodín del público ni del 50%.