«Hay que ser un poco cabrón para ser alcalde y yo no supe serlo»

PONTEVEDRA

XOAN CARLOS GIL

El ex alcalde de Pontevedra entre 1991 y 1995 asegura que no volverá a la política, que decidió abandonar desilusionado por la crisis histórica de la Escuela de Montes

13 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Javier Cobián, Pancho para los amigos, fue alcalde de Pontevedra entre 1991 y 1995 y se fue desilusionado de la política, a la que asegura que nunca volverá. Se le recuerda como un caballero y una gran persona, en cambio cree que «hay que ser un poco cabrón para ser alcalde». «Yo no supe serlo, y desde Santiago me comieron por los pies por amenazar con la dimisión para presionar». Hoy vive entregado a su vida profesional, como asesor fiscal, y a su familia.

Nació en 1944, en A Estrada, donde su padre fue oficial mayor del Ayuntamiento, pero a los pocos días se vino a vivir a Pontevedra porque su progenitor ya se había trasladado para poner en marcha, como gerente, la firma Jesús Lago y Lago en esta ciudad. Además, era gestor administrativo y montó también la Gestoría Cobián, primero en la plaza de Galicia y después en la Glorieta de Compostela, donde sigue

El ex-alcalde fue muy precoz en sus comienzos profesionales. Cuando hacía el Preuniversitario, se presentó con 17 años a las oposiciones de auxiliar de Hacienda. Las aprobó y fue destinado a Vigo, donde estuvo un año, y luego a Pontevedra. «Casi el bebé de la Delegación». Hizo la carrera de Derecho por libre y en ese intre se hizo, como su padre, gestor administrativo. Permaneció en Hacienda hasta el año 1978 y decidió dejar la Administración para hacerse cargo con su hermano de la gestoría familiar, cuando se jubilaron sus padres. Ya excedente, aprobó otra oposición restringida a la Inspección de Hacienda, pero no llegó a ajercer esa función.

De niño había soñado con ser alcalde de su pueblo. No es ninguna leyenda y cuenta que, de hecho, de crío «ya fuí alcalde de la playa de Placeres». Su pandilla de amigos tenía una peña en la huerta del bar A Cañiza, en la plaza de Méndez Núñez, y el abogado Javier Múnaiz fue el cabecilla y alcalde inicial. Después organizaron unas «elecciones» y se presentaron al puesto el propio Cobián y Antonio Puig. «Terminamos en el Gobierno Civil, porque cayeron en sus manos las papeletas y la publicidad». «Estamos hablando de los sesenta, y salí yo elegido alcalde de la playa de Placeres, que entonces frecuentabamos».

En 1987 aquella ficción se convirtió en realidad. Antes ya había intentado convencerle la UCD para entrar en política y siempre dijo que no. «Pero en aquella ocasión me hicieron una pequeña encerrona en casa, organizada por Diego Murillo y Mariano Rajoy, con ayuda del entonces secretario general de PP, Arturo García Tizón, que era muy amigo mio» Era un viernes a las cuatro de la tarde y el candidadto popular a la alcaldía, que en ese momento era Jesús Osorio, se iba a hacer público a las ocho. «Bueno, pues en cuatro horas me convencieron para ser yo el candidato». Había puesto dos condiciones, que aceptara su mujer y que aceptara su hermano, que era su socio, «y también los convencieron».

No lo consiguió a la primera y fue el líder de la oposición en el último mandato de Rivas Fontán, a la vez que diputado provincial y vicepresidente de la Diputación. Fue a la segunda, en 1991, cuando se convirtió en alcalde de Pontevedra.

¿Mereció la pena? «Como experiencia sí, como resultado, no; no quedé nada satisfecho de lo que pude hacer y no me dejaron hacer por falta de las ayudas necesarias». Con Fraga en la presidencia de la Xunta y el PSOE gobernando en Madrid, así resume su mandato: «Iniciado con ilusión y terminado con desilusión».

Lo mejor de esos cuatro años, con Bernardo López Abadín como principal colaborador y gran luchador, fue para él el desarrollo del campus, el haber puesto sus cimientos y conseguido el cuartel de San Fernando para Bellas Artes, con una inversión de 750 millones de euros de las distintas administraciones. El campus era el tema estrella y prioritario de su mandato y fue, al mismo al tiempo, su peor su pesadilla como alcalde.«¿Por qué? porque nuestra reivindicación de la Escuela Superior de Ingenieros de Montes se la dieron a Lugo y desde Santiago a nosotros nos dieron un gran palo». Pudo más el peso político de Charraro Pardo. El entonces conselleiro de Educación, Piñeiro Permuy apostó por Lugo y se convirtió en la particular bestia negra de Cobián, quien intentó evitar hasta el último momento que el Consello la Xunta ratificara tal decisión.

Una bomba

Aquello cayó como una bomba en la ciudad del Lérez, desencadenó una crisis histórica y a partir de ahí Cobián empezó a pensar en dejar la política al concluir el mandato. «Supuso un auténtico mazazo, que además me enfrentó a mi pueblo». Fue a mediados de febrero de 1993 cuando se precipitaron los acontecimientos: la dimisión de López Abadín, los independientes que abandonan el equipo de gobierno y una manifestación de 5.000 pontevedreses. La famosa frase que Fraga le dijo a Pancho Cobián. «¡Mi querido amigo: O está usted conmigo o está contra mi!», lo frenó para asistir aquella protesta ciudadana, en la sí estuvo el Partido Popular local. «Después me arrepentí de no haber ido yo también, por mi propia imagen y la de la alcaldía de Pontevedra».

La crisis se recompuso con muchas tensiones, pero nada volvería a ser igual. Cuíña convenció a Cobián y a su equipo para seguir trabajando para recibir compensaciones con la creación de una comisión pro campus, «que llegó a presidir y de la que pronto se olvidó». Para Cobián el gran valedor del campus de Pontevedra fue el rector, Luis Espada Recarey, que nos ayudó a arrancar con una Facultad de Bellas Artes exclusiva y poner los cimientos de Ciencias Sociales, la Escuela Técnica de Forestales... «Él apostó por un campus especializado, aunque nosotros queríamos también alguna titulación clásica y de número de alumnos, como Derecho, que al final se la dieron a Ourense, también».