Cerca de 40 grupos de España y Portugal participan en la Mascarada Ibérica, que ayer desfiló por las calles de Viana
14 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Máscaras, osos, cencerros, toros, bombos, hombres de paja, chocas, vejigas de vaca que se golpean, zuecos, cintas de colores, pantallas... Como si de un museo al aire libre (y en movimiento), la mascarada ibérica es un viaje a cerca de cuarenta entroidos de la Península Ibérica sin moverse de una misma calle. La cita que ayer se celebró en Viana do Bolo es una oportunidad casi única en Galicia para disfrutar en una sola jornada de los carnavales con mayor historia, los más arraigados a la tierra, los que muestran las características de cada lugar. En Cantabria presumen de sus osos (a los que dan caza), en Viana do Bolo y Vilariño de Conso los boteiros danzan al son de los foliones, en Xinzo de Limia agitan las vexigas para hacer un sonido único al paso de las pantallas, los cigarrones corren por Verín, en Portugal sacan de imaginación para sacar a sus viejos más estrambóticos, y tampoco falta el toro. Son casi cuarenta los grupos llegados de varias partes de Galicia, Asturias, Cantabria, Zamora o Portugal que se citan en el oriente ourensano para permitir disfrutar de un espectáculo casi único. Lo de casi viene porque hay una nueva oportunidad hoy. A las doce, en Vilariño de Conso, volverá a salir el desfile del entroido.
Una oportunidad única
Ayer la lluvia respetó buena parte del recorrido, así que la fiesta se fue propagando por las calles. La salida, como no podía ser de otra manera, desde la rotonda con la estatua del boteiro, para después seguir hacia la praza Maior. Ese lugar es el epicentro del entroido vianés, que el domingo gordo vive su día grande. Volverán a salir los foliones, claro, y habrá una nueva oportunidad de verlos; pero no será posible hacerlo junto a los de Vilariño de Conso, que también celebran esa jornada su desfile grande. Es por eso que la cita adelantada en el calendario sobre el «entroido oficial», que está a punto de arrancar, permite verlos a todos, juntos y pasándoselo en grande. Y haciéndolo pasar, porque el desfile incluye también la interactuación de los personajes con el público.