Satisfecha. Después de veintiséis años en el cargo, Carmen Leyte se despidió el pasado lunes como alcaldesa de Cartelle. En su último discurso, la mujer que ha sido regidora del municipio desde el año 1991 aseguró sentirse «satisfeita co realizado», recordando que «o Cartelle do ano 91 non ten nada que ver co que deixo hoxe».
Tiene razón. La localidad de hoy no tiene seguramente nada que ver con la que era hace casi treinta años, pero no solo porque en ese tiempo haya llegado a la localidad el saneamiento. Los nuevos servicios para los vecinos, cuya consecución se atribuye la regidora como mérito, seguramente lo son, pero a la hora de hacer balance se debería tener en cuenta otros factores, tal vez no tan positivos.
Cartelle es hoy una localidad muy diferente a la del año 1991 porque entonces tenía más de cuatro mil habitantes, mientras que a finales del año pasado sus habitantes habían descendido hasta los 2.757. También es diferente porque ahora solo hay 682 vecinos que contribuyen a la Seguridad Social, mientras que hace unos años sobrepasaban el millar, y su nivel de envejecimiento empieza a ser preocupante.
No es algo que afecte solo a Cartelle. En los últimos años la mayoría de municipios de la provincia de Ourense han visto como perdían habitantes y, sobre todo, jóvenes, sin que quienes los gobernaban fuesen capaces de tomar medidas para frenar esa sangría. Sí, podemos tener saneamiento, residencias de mayores, tanatorios, aceras, farolas. Podemos tener más bancos, pero solo servirán para sentarnos a mirar cómo nuestros pueblos se quedan vacíos. Es para estar satisfechos, desde luego.