«In memoriam» a mi hija, María Doallo

Severino Doallo

OURENSE

La periodista ourensana María Doallo
La periodista ourensana María Doallo MIGUEL VILLAR

02 nov 2025 . Actualizado a las 18:26 h.

Sé que la muerte es una realidad que sufren a diario muchas personas de nuestro entorno, pero el fallecimiento de una hija, aunque alguna vez ocurre por desgracia, como me ha pasado a mí, no es lo que la naturaleza nos enseña a los seres vivos, que nacemos de milagro, nos desarrollamos, alcanzamos la madurez y esperamos en la vejez el final inexorable de nuestra etapa vital. A veces este proceso no se cumple, y cuando se rompe un eslabón en esa evolución natural, como es la pérdida de un hijo, el dolor que te produce es mayor. El amor a un hijo/a que se ha ido demasiado temprano, desgraciadamente antes de tiempo, permanece más allá de la vida.

Hoy, querida hija, me gustaría saber escribir, como lo hacías tú. Me gustaría tener la fortaleza de ánimo que tenías tú. Me gustaría tener el brillo de tu mirada, cuando tú sonreías. Me gustaría tener la energía pasional que ponías cuando narrabas aquellas historias que solo tú sabías contar. Pero… perdóname al menos esta vez, no sé hacer todo esto, como lo hacías tú. Pese a todo, quería decirte que extraño tu voz, tu amor, tu cariño, tu compañía, bueno… a ti. Y que me he sentido muy arropado en estas horas por las gentes que me quieren y que te han adorado. Empezando por tus compañeros de La Voz de Galicia, por su presencia y cercanía y por esos preciosos artículos que te han dirigido y que me han conmovido por su sensibilidad, cariño y respeto que han reflejado en cada palabra. Ellos mejor que nadie saben que fuiste una periodista apasionada, intensa y luminosa. Que vivías con el corazón por delante, saboreando cada instante, cada conversación, cada encuentro … Que tu manera de estar en el mundo era entregar lo mejor de ti a la vida (que tan pronto se te fue), a la cultura (que tanto disfrutabas), a las personas (que tanto respetabas). ¡Cuánto amabas a tu familia, a los amigos, y a tus compañeros de profesión! El periodismo no era un simple oficio. Era tu vocación, tu pasión, tu forma de entender el mundo. En cada línea que escribías ponías el alma, la responsabilidad y el entusiasmo de quien ama su trabajo. Por llevarte tan deprisa, cuando apenas habías llegado a la madurez de la primavera, se te quedaron en las alforjas proyectos, ideas, historias por contar, amores por realizar. Tenías razón cuando tantas veces decías que «el amor mueve el mundo». Como padre, no puedo sentir más que un profundo orgullo por todo lo que has sido, por todo lo que me has dado y por todo el legado humano y profesional que has dejado. Tengo que dar las gracias de todo corazón a todos tus compañeros periodistas por ese homenaje que tanto nos emocionó y por tantos amigos que tanto te han querido y que te han recordado en silencio, o llorando, reviviendo tus palabras, tu amor, tu entrega, tu huella perdurable… y esa sonrisa eterna y esos ojos plagados de vitalidad y entereza. Querida hija, siempre quedarás amorosa en mi memoria y en mis recuerdos, y allí te encontraré cada vez que te busque. «Porque solo muere quien es olvidado». Y a mi hija Doa es imposible olvidarla. Con todo mi cariño, tu padre.