Dani Pérez, juvenil del Antela y afectado por un linfoma de Hodgkin: «El fútbol representa mi lugar seguro para alejarme del cáncer»

OURENSE

Dani Pérez y sus compañeros del Antela juvenil
Dani Pérez y sus compañeros del Antela juvenil Santi M. Amil

Intercala su tratamiento con la práctica del deporte rey junto a sus amigos

24 feb 2024 . Actualizado a las 15:55 h.

Ha pasado más de un año y medio desde que Daniel Pérez Cid (Xinzo de Limia, 2005) supo que padecía los efectos de un linfoma de Hodgkin, dolencia cancerígena que afecta al sistema linfático. El integrante del Antela juvenil recibió la noticia con aplomo y se agarró en cuanto pudo a una de las indicaciones que le hicieron los médicos, la de mantener un modo de vida saludable, en todo lo posible.

«Más o menos seguí haciendo vida normal, cumpliendo las indicaciones del tratamiento que me prescribieron. La verdad es que me siento bastante bien ahora. Estoy pendiente de nuevos resultados, pero la última sesión de quimio la completé el 10 de enero del año pasado y la de radioterapia se prolongó hasta marzo. Parece que voy por buen camino», señala Dani, consciente de que la carrera es larga, pero con oportunidades serias para combatir la enfermedad con eficacia.

El respaldo de sus familiares más cercanos, de su novia y de su club fueron otros pilares en los que apoyarse a diario. Reconoce que el balompié ha sido y es una vía de escape perfecta en sus momentos de mayor debilidad: «El fútbol representa mi lugar seguro para alejarme del cáncer. Gracias al deporte estoy con mis compañeros, la mayoría de ellos amigos de toda la vida, y dejo de darle vueltas a la cabeza o pensar en lo que me espera más adelante».

En medio de su tratamiento, completó la temporada pasada con buenos augurios y los técnicos de la formación antelana destacaban que en la actual campaña es uno de los puntales en el equipo que se está jugando las primeras posiciones de la máxima categoría provincial, en un codo a codo emocionante con el filial de la UD Ourense. Es un reto colectivo que le hace especial ilusión precisamente por afrontarlo con sus colegas: «Comencé a jugar en benjamines y hay gente del equipo que ha subido conmigo desde entonces. Tenemos un buen grupo este año y, aunque perdimos el primer puesto en el último partido de esta fase, vamos a luchar en la liguilla de ascenso y nos esperan jornadas muy ilusionantes».

Físicamente, Dani ha evolucionado bien, en una fase importante de su crecimiento y, a pesar de la enfermedad o de los efectos de su medicación, luce un buen tono en los partidos que disputa con su equipo, algo que corroboran los responsables de la estructura limiana. Él mismo indica que se siente fuerte: «Estoy jugando casi siempre sin ningún problema para completar los partidos y sin secuela alguna. Puedo decir que a nivel físico soy igual a cualquier otro miembro del equipo».

También está cumpliendo prácticamente al mismo nivel que sus compañeros en el programa de entrenamientos, aún dándole prioridad a su formación académica, que tampoco quiere descuidar. Desde que conoció el diagnóstico, lo asumió con entereza y fue él mismo quien lo comunicó al club y a los jóvenes con los que compartía vestuario. Fue disciplinado en el plan que le encomendaron los galenos encargados de su caso y, al mismo tiempo, en el que le marcaron sus entrenadores.

Eso sí, como buen limiano, tampoco olvidó otras alternativas para eso que le calificaron como vida normal. «Por supuesto, el entroido no se perdona, también estoy listo para la fiesta», apuntaba hace pocos días.

«La formación académica nunca está de más»

Como cualquier chaval de su edad, la vida diaria de Daniel Pérez Cid está abierta a numerosas actividades, tanto formativas como de aprovechamiento del ocio.

Su pelea particular contra el cáncer también coincidió en sus momentos más exigentes con sus estudios del ciclo de cocina: «Ya lo terminé y estoy muy contento de lo que aprendí en aquellas clases, pero como tenía tiempo me animaron a seguir estudiando».

Aunque de algún modo calibró la posibilidad de seguir centrándose en la misma rama, sus opciones lo llevaron a cambiar de rumbo: «La formación académica nunca está de más y por eso me decidí por el ciclo medio de mecanizados. Tiene salidas laborales fabricando piezas y, aunque no tenía nada que ver con el de cocina y al principio pensé que no me iba a adaptar, la verdad es que cada día me va gustando más y estoy bastante motivado para completarlo en cuanto sea posible, aunque ya veremos después por dónde tiro en cuanto a dedicarme a una profesión en concreto».

Dani es activo en todo caso. Volviendo al fútbol, reconoce que es más de jugarlo que de verlo. Y también prefiere otras actividades que pueda realizar con sus amigos más allá de sentarse en las gradas o frente a la televisión. Eso sí, los años en los que ha vestido la elástica albinegra pesan lo suyo y también es fácil verlo en A Moreira, muy cerca del anexo donde suele jugar y entrenarse: «El Antela es mi club y suelo ver siempre que puedo al equipo de Preferente. También me gustaría jugar con ellos, porque siempre es un orgullo estar en tu equipo de siempre».

Noticias como la de padecer un cáncer linfático a los 17 años son difíciles de asimilar y, en ese aspecto, el limiano Daniel fue un ejemplo de naturalidad, amparado en sus familiares y en su otro núcleo duro, el identificado por las franjas blancas y negras.