El bar A Moncloa, en A Ponte, se despide tras veinte años

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Los desayunos y las tardes de fútbol serán siempre algunos de los emblemas del negocio de Chus Domínguez y Toño Lamelas

05 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Chus Domínguez y Toño Lamelas tenían 17 y 21 años respectivamente cuando se conocieron. Dicen que surgió algo entre ellos de forma espontánea. Era amor. Y muy verdadero, pues hoy, más de cuarenta años después, siguen mirándose desde el respeto y la admiración, empapados de cariño y confianza. Los últimos veinte los han pasado en A Moncloa, su proyecto conjunto y un bar al que los dos han considerado como su segunda casa. Lo mismo que ha sido para sus hijos, Paulo y Martín. Ahora toca despedirse.

La aventura comenzó en agosto del 2002. «Vimos la oportunidad en un curso de hostelería impartido por profesionales como Fran Domínguez, de Pacífico, o Tino Iglesias, de Tizar. No teníamos ninguna experiencia en el sector», recuerda Toño. Tras la formación, que duró ocho meses, encontraron el local, en la calle San Rosendo, en A Ponte, y se lanzaron. Ahora que se jubilan, que se van de su Moncloa, hablan de momentos «gloriosos», del bar hasta los topes, de domingos de fútbol con clientes de pie incluso dentro de la barra y de lo que más les cuesta dejar: la gran familia que se forjó entre sus mesas. «Hay personas que venían a diario y que se han convertido en amigos, a los que vamos a echar muchísimo de menos. Eso sí, ojalá ahora vengamos con ellos a tomar algo como clientes», dice Chus, sin poder evitar emocionarse. Pero es que han sido casi veinte años de convivencia, en los que ha habido brindis, muchos goles que celebrar y también alguna que otra derrota que superar juntos. Porque en esta familia hay pasión por el fútbol -ahora por el Bergantiños, en donde despunta su hijo Martín Lamelas- y por la gente. No faltarán los que extrañen la tortilla de esta ourensana, una de las especialidades del bar, y también sus desayunos completos.

Se van felices, con ganas de muchas escapadas a su playa favorita, Panxón; de aprovechar todas las horas del día y de seguir viendo crecer a sus hijos. «Ojalá vengan pronto los nietos», avisa Chus. Se van tranquilos. «No podríamos haber encontrado a alguien mejor para coger el relevo», dice Toño sobre el ourensano Diego Vázquez, Schuster, que ahora se queda al frente del negocio. De la Moncloa particular de este matrimonio. «La llamamos así como homenaje a mi padre, El Chispa. Era albañil y en casa tenía un pequeño chilote al que salía a trabajar. Siempre nos decía ‘Marcho para a Moncloa’. Así que esta fue la nuestra», termina Chus. El nombre se va con ellos, el nuevo será O fillo do Cándido. Y ahora a disfrutar del trabajo bien hecho.