Imanol Arias: «El teatro es siempre parte de la cura»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

El actor protagoniza «El coronel no tiene quien le escriba» este sábado en el Principal

12 mar 2021 . Actualizado a las 17:17 h.

El covid atrasó en dos ocasiones la llegada de «El coronel no tiene quien le escriba» al Teatro Principal. La primera fecha prevista de representación coincidió con el confinamiento, la segunda, ya en septiembre, no pudo ser por el contagio de uno de los miembros del equipo. Pero dicen que lo bueno se hace esperar y es que este texto era, de forma confesa, el que más le gustaba a García Márquez de todo lo que había escrito. Sesenta años más tarde de su publicación, Carlos Saura dirige la adaptación al teatro, protagonizada por Imanol Arias. La cita será este sábado a las 20.00 horas.

-Vuelve a Ourense... ¿todos los sitios son iguales?

-No. Yo soy «ourensano do mundo enteiro» -el actor recibió este reconocimiento en el 2008- y a mí Ourense me importa, así que procuro estar más lleno de todo lo bueno para entregarme a la obra. Me dieron ese título porque me crie en Ermua, lugar al que emigraron muchísimos gallegos, de hecho cuando conocí Allariz me di cuenta de que los hijos de esos emigrantes habían vuelto y reproducido los negocios de sus padres tal cual.

-¿Cómo es interpretar a un personaje del realismo mágico de García Márquez?

-Creo que el realismo mágico invade. Normalmente al personaje, cuando lo metes en ti, hay que dejarlo convivir contigo pero sin que se cuele en tu vida personal. Sin embargo este es más truhan, viene con perfume a Macondo, y cuando ya crees que lo tienes bien metido en su cajón y no lo hueles, de repente me sorprendo diciendo frases del coronel y no mías. Así que así es interpretarlo, meterlo en mí hasta no diferenciar entre él y yo mismo.

-¿Cómo describiría la obra para ese pequeño porcentaje que todavía no conozca el texto de García Márquez?

-Pues en esta obra se van a encontrar con un texto tan clarividente que la ceremonia teatral de conexión con el público se produce mientras las pasan las cosas muy justamente pero el espectador oye todo el rato la narración de lo que pasa. Habla sobre dos personas mayores, enfermas, que se aman. Sobre la espera de que llegue su pensión mientras malviven y mantienen un gallo que les puede sacar del apuro si gana una pelea. Es una situación extrema y límite con la que García Márquez provoca que asistamos a algo que es profundamente violento sin que haya ninguna violencia. Es una obra amable, repleta de sensibilidad, en la que uno puede optar a asistir a una gran literatura servida con una magia y una simpleza increíbles que ha conseguido Carlos -el director de la función-. Los actores tenemos, como en cualquier pieza de realismo mágico, una verdad que no es naturalista.

-Y tiene relación algo de actual.

-Habla de una parte de la vida que no ha sido resuelta nunca y es cómo despedimos a la gente, qué hacemos con las personas que lo han dado todo y que llegan a una cierta edad. Ya en los 60 en Europa se debatía sobre qué hacer para sustentar a las personas que han trabajado toda la vida y sobre qué deben hacer las nuevas generaciones para no dejarlas descolgadas en la economía, en la cultura y en la esencia. La situación de ahora es exactamente igual. Ante un nuevo cambio del paradigma que es el covid, volvemos a preguntarnos qué pasa con los mayores y cómo dejar de hacerlo mal. Hay muchísima incertidumbre y yo lo que veo es que estamos utilizando el amor como medicina para el alma. El teatro es parte de esa cura. Y esta obra gira en torno a la idea de que lo que importa es el amor, en todas las situaciones.