«Lo que no siempre se visualiza de esta enfermedad es el dolor que provoca la soledad»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE

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José Luis, que estuvo ingresado en la uci con covid, con su mujer Loli
José Luis, que estuvo ingresado en la uci con covid, con su mujer Loli Santi M. Amil

Loli Caramés recibió ayuda psicológica desde el CHUO cuando su marido, José Luis, fue ingresado por covid-19 en la uci

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta Loli Caramés que, cuando recibía la llamada telefónica del médico Jesús Priego, adscrito a la uci covid-19 del CHUO, se lo imaginaba al otro lado como Edward Norton, su actor favorito. «Puede sonar peculiar, pero tienes que buscar salidas a tu cabeza en una situación así», explica. José Luis, su marido, estuvo ingresado en la unidad de críticos entre el 15 y el 29 de diciembre a causa del coronavirus, y Loli se quedó temporalmente sola en casa, aislada al haber dado también positivo. «Lo que no se visualiza precisamente de esta enfermedad es el dolor que deja la soledad. Y ni siquiera se tiene apetito cuando estás así», dice.

José Luis, que fue hospitalizado previamente en planta, indica que ese paso fue efímero antes de que las cosas se complicasen. Antes de irse a la uci aún podía comunicarse con Loli a través de su móvil, pero llegó el día 15 y los mensajes se acabaron. «Recuerdo que le mandé un último WhatsApp el día 15 a las 16.27 horas. Fue entonces cuando supe que se lo habían llevado», dice Loli. Un par de horas más tarde, el personal sanitario de críticos la llamó para exponerle la situación, «y yo perdí el control, me puse muy nerviosa y me desmoroné. El médico se dio cuenta, y fue cuando me ofreció la ayuda del equipo de psicólogos del CHUO que trabajan con ellos».

Ocurrió que al teléfono se puso Yolanda Castro, una vieja amiga de Loli que equilibró su pesar en aquel momento. «Yo ya había aceptado hablar con alguien que estuviese conmigo esos días, y me hablase. Y con Yolanda, a la que ya conocía, tenía esa confianza de base porque es una pedazo de profesional y un gran ser humano», dice. Ella le insistió en que, aunque no fuese a recibir respuesta por el momento, mantuviese su rutina de enviarle mensajes por chat a José Luis, una estrategia cuyo objetivo era «mandarle aliento». «Lo que le expliqué a Loli es que ella no podía ayudar a su marido a respirar mejor, pero sí darle aire recordándole a diario lo bonita que es su relación, aunque él no pudiese verlo», razona Yolanda.

Paso a paso, las cosas fueron mejorando. Loli y José Luis tienen dos hijos, uno de los cuales también había dado positivo y, cuando se recuperó, acudió a cuidar de su madre mientras ella permanecía en cuarentena hasta casi finales de año. Su presencia en casa mitigó el vacío que había hasta entonces. «Al no estar aislada, tu forma de pensar cambia. Nuestro otro hijo no podía venir, porque yo aún no había dado negativo y tienen una hija. Así que, mientras, los dos que estábamos en casa llorábamos y reíamos juntos», expone. Mientras tanto, Yolanda, que se acercaba a la uci casi a diario para ver la evolución de los pacientes, la iba poniendo al tanto de los avances de José Luis, que llegó a estar intubado y, finalmente, el día 29 de diciembre, pasó a planta. «El 31 me dijeron que podía ir ya a verlo, y fui escopeteada. Había perdido diez kilos y no llegaba solo al baño. Y el día de Reyes, regresó a casa. Fue mi regalo», dice.

Ahora, José Luis camina casi a diario por el campus para recuperar el fondo perdido. Y Loli agradece el apoyo mental que recibió cuando iba en caída libre: «Yolanda es alguien increíble. Sabe que la cabeza es muy importante, y nos ayudó muchísimo. Y los médicos de la uci son psicólogos al 100 %. Por su trato humano y delicadeza».

25 familias pidieron apoyo

Lo que comenzó como un proyecto de colaboración con la uci del CHUO antes de que se iniciase la pandemia de coronavirus pasó a convertirse casi en una prioridad por el impacto anímico que sufrían los familiares de pacientes ingresados. «Antes, esto estaba previsto dentro de una serie de programas de humanización, que comenzaron aproximadamente en enero del año pasado. Pero llegaron las primeras hospitalizaciones por covid-19, ya en marzo, y el personal sanitario nos indicaba que, al llamar a los parientes o el entorno directo del afectado, detectaban agobios, la incertidumbre de no saber hacia dónde ir y mucha soledad», indica Yolanda Castro. Tanto ella como un compañero residente trabajaron desde entonces a diario para asistir a las familias que aceptaron recibir atención psicológica desde este equipo adscrito al área de Psiquiatría del hospital de Ourense.

Yolanda Castro, a la derecha, acompañada de una residente, es especialista del área de Psiquiatría del CHUO y acompaña a las familias de los pacientes que ingresan por covid
Yolanda Castro, a la derecha, acompañada de una residente, es especialista del área de Psiquiatría del CHUO y acompaña a las familias de los pacientes que ingresan por covid Santi M. Amil

«Lo que veíamos es que, aunque algunos familiares pudiesen hablar con ellos, si el paciente estaba relativamente estable, mantenían esa angustia de no poder hacer nada. De estar esperando a que sonase el teléfono todos los días. Los médicos intentaban tener una hora concreta para dar la información de evolución, pero no siempre era posible porque igual coincidía que este día u otro se complicaba la situación en la unidad o entraban más ingresados. No fue ni es nada fácil», explica Castro.

Desde el inicio de la pandemia, al menos unas 25 familias ourensanas han reclamado asistencia psicológica a través de este programa del área sanitaria provincial, que suelen ofrecer o sugerir los facultativos de la unidad de críticos cuando intuyen que los allegados de un ingresado están pasando un bache severo a nivel mental. «También les intentamos enseñar técnicas de relajación para su día a día. En la primera ola, en concreto, hubo un trabajo realmente intenso porque mucha gente no entendía qué estaba pasando y hay quien se veía desbordado por la situación si alguien cercano acababa hospitalizado», rememora Yolanda. En este sentido, el proyecto de ayuda psicológica del CHUO contempla dos líneas distintas de actuación con respecto a paciente y familiares: una, de acompañamiento, despedida y duelo en el peor de los casos; y la segunda, a mayores, el acompañamiento durante el proceso de recuperación del afectado si hay un desenlace con final feliz.