El primer día de Xinzo en nivel extremo: «Nin nas guerras se chegou a parar o entroido»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

El municipio, con 221 infectados por coronavirus, se blinda mientras se reduce la movilidad con los concellos colindantes

22 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Por la carretera, la señal de bienvenida a Xinzo de Limia recuerda su condición de «vila do entroido». Pero el coronavirus, que no entiende de treguas ni de tradiciones, también se lo ha llevado por delante. Con restricciones de nivel extremo desde ayer, hasta el cielo, gris a ratos, parecía mandar un aviso de que algo no marcha bien. Llovía, y mucho. Y a Alberto Rúa, dueño del bar Espolón, se le estropeó la máquina de café. Por allí estaba Javi Sieiro, el técnico de reparación, que señalaba la realidad del momento. Sin el ambiente de sus calles, Xinzo ya no es Xinzo. «Nin nas guerras se chegaba a parar o entroido», decía.

La epidemia no es una guerra, pero se prolonga como ellas. Para los hosteleros, el entierro temporal del carnaval es un golpe directo a su línea de flotación. Y ante esta perspectiva, se agarran a la ayuda entre los comercios próximos y los vecinos. Quien más y quien menos pedía un café con leche para llevar. Para Alberto, la Navidad fue un regalo indigesto. «Antes desas datas iamos recuperándonos, pouco a pouco. Nos bares seguiamos as restricións o pé da letra, pero ti podes controlar o teu bar, non o que algunha xente faga fora. E por querer celebrar o Nadal, igual agora seguiremos unha tempada perdendo outras cousas», explicaba.

En general, las calles dejaban una estampa difícil de interiorizar. La persiana de algún establecimiento, con dibujos de las pantallas de Xinzo, invitaba a retroceder al año pasado, cuando las comparsas recorrían alegremente la localidad mientras el virus se adentraba poco a poco en Europa. Por aquel entonces, a finales de febrero, aún parecía lejano. Pero el golpe de realidad llegó a la provincia dos semanas después: el 9 de marzo se confirmó el primer caso de covid-19 en Ourense.

Casi un año más tarde, la vida ha cambiado mucho pero las furgonetas de reparto siguen recorriendo las aldeas de siempre. El claxon recuerda a los vecinos que siguen ahí, dispuestos a echar una mano. «Botamos en falta á xente que vive nos concellos dos arredores», indicaba Ana Vidal, panadera. Xinzo, blindada con cierre individual, era y es un imán para los residentes de la comarca que acuden a realizar compras o gestiones del día a día. Y eso explica, en cierta parte, la realidad epidemiológica de A Limia, donde los municipios se retroalimentaron entre sí: con Xinzo en nivel extremo, y Trasmiras, Porqueira y Vilar de Santos en el escalón máximo, la movilidad y los vínculos sociales y familiares son parte de la identidad de la zona. Y en esta ocasión, por desgracia, su condena.

Vidal calculaba que a lo largo de la mañana acudieron tres cuartas partes de los clientes que suelen comprar allí de forma habitual. En cierta forma, tenía su lógica, porque el flujo de movilidad se ha reducido. «Estamos indo a deixar o pan nas entradas dalgunhas casas de veciños confinados, algúns por positivos e outros que foron contactos estreitos», indicaba Ana.

Mientras, en residencias sociosanitarias como la Santa Mariña, uno de los usuarios contemplaba las calles vacías desde su ventana, como si fuesen una sombra de las que él vivió. La situación, por ahora, es la que es, y los vecinos saben que tocará remar y echarse una mano más que nunca para doblegar una curva que se desmadró tras la Navidad. «Para os que coñecemos Xinzo nas boas épocas, ver como está isto pola epidemia é deprimente», contaba Javi Sieiro.

No muy lejos de allí, en la estación de autobuses, el bar Madrid, con persiana y media bajada, recordaba que sigue sellando loterías. Antonio Pérez era uno de los vecinos que se animó a cubrir un boleto, pero lo hacía casi como el fruto de una rutina diaria. «Xa levo xogando todo o ano, así que vai ti saber se toca...», decía sonriendo. Porque en Xinzo de Limia, donde por ahora no acompañan los números, aún tienen la esperanza de que cambie su suerte.