Historias de una biblioteca

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Las fotografías de Mark Ritchie se exponen en la Biblioteca Nós de Ourense hasta el 6 de febrero

23 ene 2021 . Actualizado a las 12:49 h.

«Saqueo las bibliotecas públicas y las encuentro llenas de tesoros hundidos». V. Wolf.

El nuevo proyecto expositivo que Mark Ritchie presenta en la Biblioteca Nós, nuevo emplazamiento de la biblioteca pública, analiza a través de su mirada única las sensaciones que suscita el diálogo entre espacios, otrora lleno de gente, hoy vacío, deshabitado, silencioso y yerto como una osamenta fósil, contenedor de la antigua Biblioteca Nodal, campo de batalla arrasado, un no lugar con clamor de desahucio y naftalina con el abandono como el olvido ingrato del tiempo que borra los recuerdos de las historias, ilusiones e inquietudes que poblaban sus pasillos. Reflexiona sobre un paisaje de interior, el espacio como hábitat humano en la permanencia de los rumores apagados del subir y bajar escaleras y murmullos ahogados donde ahora, en un rincón vaciado, los papeles se arremolinan como una escultura de Tatlin.

El fotógrafo australiano enfrenta sus magníficas imágenes en el blanco y negro testimonial al espectador desde las vitrinas de cristal que atesoran un pasado reciente, libro de viaje con anotaciones y tira de contactos. Elige este emplazamiento interior como memoria documental de un traslado, indagando sobre las relaciones, funciones y disfunciones del individuo con el espacio y en la carga psicológica que presiona el vacío sobre nuestra percepción como lugar de desencuentro, de pérdida y ausencia. Escenografía singular y paracinematográfica con alusiones a los clásicos, Metrópolis, Manhattan o Der Himmel uber Berlin de Wim Wenders que llevan aprehendidas historias paralelas y vivencias recordadas. Un lugar conocido, transitado y envejecido como una parte de nosotros mismos, perdida también en el traslado como la infancia a ojos de un adulto. Nómadas de nuestros caminos intelectuales, sorprende nuestra permanencia a algunos lugares, nuestra identificación con ellos.

Ritchie experimenta con distintos enfoques en cómo el hombre transforma los lugares que ocupa. Érase unha vez unha biblioteca es el título de la exposición en la que el artista muestra una amplia colección de instantáneas tomadas en la antigua biblioteca entre los meses de octubre y diciembre de 2019, antes de su traslado a la Biblioteca Nós. Para ello utiliza dos técnicas: fotografía analógica, cámaras Hasselbald 500CM y Toyoview 45A y fotografía digital con la Réflex Canon Digital, revelando e imprimiendo en distintos tipos de papel para cada técnica. Usuario habitual de estas salas, encuentra en estos lugares el refugio del náufrago en la magia severa del silencio, la intimidad blanca y negra de aquel espacio saturado y mal iluminado con aire espeso de sudor de adolescente y concentración de examen que flotaba sobre el magnífico archivo y los excelentes fondos de la Nodal.

La obra que Mark presenta en la exposición Érase unha vez… es de tipo documental como cronista de espacios en tránsito. Su fotografía permite que el tiempo no borre su inmanencia. El fotógrafo encontró en este escenario de importancia notable para el desarrollo de una sociedad, objeto de su mirada y objetivo como lugar de colaboración y compromiso social, de documentación, memoria y recuerdos, educación, conocimiento y crecimiento. El estilo monocromo de Ritchie transporta al viajero anacrónico a un universo infinito de matices intensos de matiz intelectual, al abandonar la información sensorial del color, sorprendentemente rica en tonalidades intermedias pasando por los tonos medios de la escala de grises.

La fotografía en blanco y negro se construye directa al pensamiento y a la emoción a través de perspectiva, luz y forma. Las imágenes de la biblioteca Nodal que firma Ritchie, tienen el valor documental del fotoperiodismo en crudo y la mirada atemporal del artista dentro del proceso de abstracción con una composición descentrada y lineal que dirige la del espectador a través de unos patrones que mantienen o rompen el ritmo y encuadres de marcos naturales como puertas o pasillos, priorizando el espacio negativo como atmósfera en las texturas, planos y fondos, luces y reflejos, derivando el interés hacia los elementos de peso que, sin embargo, suscitan cierto suspense adaptándose a la sucesión de mirada-pensamiento del sujeto, estableciendo un nexo entre lo público y privado, lo colectivo y personal.

Utiliza el desenfoque artístico y la profundidad de campo para analizar las texturas con las que el paso del tiempo corroe moquetas y suelos, los círculos de confusión alteran la percepción con espacios en blanco para la imaginación y la influencia narrativa de lo literario en los lugares-frontera como los de Moraleda.