A estas alturas, todos sabemos lo que está en juego, en medio de una pandemia mundial. Con solo escuchar la palabra vacuna se nos agudizan los oídos. Pfizer, Moderna, la Universidad de Oxford. Nuestros ojillos miran ávidos hacia varios escenarios, mientras nos explican detalles sobre plazos, dosis, porcentajes de efectividad y hasta condiciones de almacenaje del fármaco.
Aún así, como sociedad, debemos estar preparados para llevar a cabo nuestras funciones, distintas en cada caso. Si los gobernantes deben legislar a la carrera, los científicos están exprimiendo su ingenio y las empresas deben cumplir con un ejercicio de solidaridad en tiempos que se han puesto cuesta arriba, sobre todo para muchos sectores, golpeados por el virus en la misma boca del estomago.
A otros les tocó entretener, aliviar la rutina diaria. Preservar la salud y la viabilidad económica son prioridad, pero levantar el ánimo de la tropa de a pie también es necesario. Por eso ver a nuestro equipo a pie de campo es tan valioso para esos socios que no olvidan su mascarilla ni la distancia de seguridad. Tomar un café antes de entrar al campo le vendrá bien al hostelero de turno, casi tanto como al que va a reencontrarse con un amigo. Y no hay por qué propagar ningún virus.
Justo este año, cuando la UD Ourense es capaz de sustituir un día cualquiera a Rubén Durán por el juvenil Litos, fluidez generacional plausible. El Ourense CF ya golea en plena transformación, a la vez que el Arenteiro y el Barco ratifican esa ambición que los situaba en la quiniela del ascenso. Está claro, que nos vacunen pronto y que lo hagan en cuerpo y alma.