Los placeros piden más vigilancia para evitar el vandalismo en el edificio antiguo

m. v. OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Empiezan a registrarse bajas en los negocios de la plaza, muy afectados por el cierre de la hostelería, su principal cliente

01 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras muchos años de espera las obras para acometer la reforma integral de la plaza de abastos de la capital ourensana comenzaron hace algunas semanas. Pero poco tiempo han durado los trabajos. El parón obligado por el estado de alarma ha pospuesto, de nuevo, la ejecución de un proyecto muy esperado por la ciudad y las circunstancias actuales en las que se encuentra en edificio, en cuyos alrededores residen algunos okupas que tampoco han podido ser desalojados por la excepcional situación actual, ponen en entredicho su seguridad.

Así lo sospechan los propios placeros, que hace tan solo unos días tuvieron que alertar a las fuerzas policiales sobre la presencia de intrusos en el inmueble. Al llegar, los agentes de Policía encontraron dentro a dos hombres que, al parecer, estaban intentando robar cobre, aluminio y otros materiales. Aunque trataron de huir, los agentes interceptaron a los dos sospechosos, uno con numerosos antecedentes y el otro con una orden de expulsión del país, quienes reconocieron que habían forzado la entrada el edificio y que habían amontonado esos materiales para luego llevárselos y venderlos.

«Creemos que en la situación actual el edificio corre peligro, y no queremos que pase nada» aseguró sobre este suceso el presidente de la asociación de comerciantes de la plaza de abastos, Emilio González, que recordó que hace ya algunos meses alguien provocó un incendio en uno de los puestos exteriores. «No podemos permitir que ocurra algo así en el edificio noble, porque sería una gran pérdida para la ciudad», advirtió, considerando necesario que se adopten las medidas necesarias para velar por la seguridad del edificio, mientras las obras sigan paradas.

No es, de todas formas, la única preocupación entre los placeros, que siguen desarrollando su trabajo en la instalación provisional de la Alameda. El bajón de ventas es ya muy notable, consecuencia sobre todo del cierre de la hostelería. «La plaza era la despensa de todos los restaurantes de la ciudad», recuerda González. Admite que la venta a domicilio está funcionando muy bien pero también que la afluencia de público es muy reducida y que muchos negocios ya se resienten económicamente, por lo que en esta semana se ha registrado algún cierre y no se descarta que a corto o medio plazo haya nuevas bajas. «Los que podamos seguiremos abiertos porque somos un servicio para los ciudadanos, pero cuando esto acabe sera necesario que los ciudadanos se den cuenta de la importancia de comprar en el comercio local; habrá que salvar a Ourense».

«La plaza era la despensa de los restaurantes de la ciudad» afirman los comerciantes