El autodidacta que versiona a Hans Zimmer

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Gabino, un alumno del IES Blanco Amor, aprendió a tocar el piano por oído con la banda sonora de «Interstellar»

04 mar 2020 . Actualizado a las 16:58 h.

Tras la cortina del salón de actos del IES Blanco Amor, Gabino Hermosilla desliza sus dedos sobre el piano en un pequeño homenaje al cineasta Christopher Nolan. Tiene 15 años, una timidez notable y un arranque de personalidad que se plasma al momento con el teclado.

En el Festival de Navidad previo a las vacaciones de invierno del instituto, Gabino practicaba melodías de la banda sonora de la película Interstellar antes de que sus compañeros invadiesen la sala. Fue dos años a clases de solfeo, pero descartó seguir porque no le gustaba la teoría y se desanimaba. Después, llegaron los tutoriales de YouTube. «Esto es una afición. Ahora mismo no me veo viviendo de ello en un futuro», dice el chico.

Xabier Vaz, el profesor de Música del centro académico, se mostraba maravillado. «Ten mérito o que fai. Saca as cancións de oído, o cal non son capaces de facer moitos músicos profesionais e sobre todo o alumnado dos conservatorios», indica. Gabino comenzó a tocar el piano eléctrico que tiene en casa después de bucear en Internet para comprender las nociones básicas del instrumento.

«Pero el faino sen ler a partitura, e iso non é sinxelo», dice Vaz. Junto al antiguo Yamaha que tienen en el Blanco Amor, el alumno pondera la diferencia entre el piano de cuerda y el que hay en su hogar tras tocar «La Campanella» del compositor húngaro Franz Liszt. Está aprendiendo a tocarla al igual que hizo antes con las piezas de Hans Zimmer, célebre por ser el cerebro musical de grandes producciones cinematográficas. «Vi pocas veces Interstellar, pero me gustó mucho la banda sonora. Primero intenté comprender la melodía escuchando las canciones y algunas las he conjuntado haciendo una miscelánea», dice.

Una vía para expresarse

Gabino, un chico reflexivo de pocas palabras, parece haber encontrado en el piano una vía para mostrarse al mundo. Cuenta que, al principio, no se sentía demasiado atraído por él, pero que bucear por el universo infinito de la música en YouTube cambió todo. «Cuando toco creo que es el momento en el que yo puedo expresarme, porque veo mis sentimientos reflejados en la pieza», cuenta. Y asume, esbozando una pequeña sonrisa, que si teclea con más vehemencia de lo habitual es porque quizá guarde algún enfado dentro. No parece fácil conseguirlo, eso sí.

Cómo explotar el talento

Xabier Vaz, que le dio clase en su primer año de Secundaria, se mostraba sorprendido con el hallazgo. No es la única vez que se ha topado con algún talento por pulir, pero él sostiene que algunos alumnos se lo guardan para sí mismos y evitan sacarlo a la luz. «O problema que temos a miúdo cos rapaces é que se esconden cando algo se lles da ben e non sacan todo o que levan dentro», dice. Recientemente, habló con Gabino y le sugirió la posibilidad de formarse con un profesor particular que él conoce, pero también abrirse a un nuevo horizonte: el de las bandas musicales con gente de su edad. «Coñezo a uns rapaces, algo máis maiores que el, que son de Ourense e están buscando a un teclista para encamiñar o seu traballo de composición a algo que xa é máis profesional. Díxenlle a Gabino que, sen ningún compromiso, fose a probar con eles e vexa que lles pode aportar», indica. Vaz, con 35 años de experiencia en orquestas de verbena e incluso grupos tributo como los Brothers In Band, sopesa ahora como orientar la carrera del chico. «En ocasións pasa así. Atopas na escola a algún alumno que ten algo especial e con Gabino intentei convencelo de que perda esa vergoña, porque ós rapaces que se cohíben sempre hai que axudalos», explica. El profesor incide en la capacidad que tienen de abrirles puertas que, posiblemente, los jóvenes aún no conocen. Gabino, que antes de la despedida de Navidad tocaba el piano en solitario mientras el griterío se apoderaba del salón principal del instituto, se transportaba a otra dimensión: la de los campos de maíz de Matthew McConaughey.