Que caiga un meteorito

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

«El nivel de deterioro social al que hemos llegado hace que me pregunte si esto tiene remedio». Así empieza la columna semanal de Ruth Nóvoa

16 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

De vez en cuando pienso que ya va siendo hora de que caiga un meteorito. El nivel de deterioro social al que hemos llegado hace que me pregunte si esto tiene remedio, si se podrá reparar lo que nos hemos empeñado en romper o si esto solo lo arregla un borrón y cuenta nueva.

«Hijo de puta, te vienes conmigo por mis cojones, te voy a meter una hostia». La frase se la dijo, según una sentencia judicial condenatoria, un padre ourensano a su hijo cuando esté acabó de jugar el partido de fútbol del fin de semana. Fue antes de pegarle. No pasó lejos. Fue en el campo de Os Carrís de Barbadás, lo que significa que podía haber sido en cualquier estadio o cualquier cancha que usted visite con sus hijos, con sus nietos o con sus sobrinos. Significa que esto podía haber pasado delante de usted. Significa que podría pasarle a usted.

¿Qué se le pasa por la cabeza a alguien que tendría que estar programado para proteger para agredir a su hijo, físicamente y verbalmente? ¿Qué niños vamos a criar si son víctimas o espectadores de estas situaciones?

Este caso, que acabó en el juzgado, es extremo. Pero habrá otros que no llegaremos a conocer. Y otros muchos que tendrán la fuerza de la gota que cae siempre en el mismo lugar y que sean capaces de horadar autoestimas, voluntades, caracteres y, en definitiva, vidas enteras.

Cada vez nos encontramos con más niños maleducados e irrespetuosos y es probable que nos los quedemos mirando, despotricando por lo bajo, cuando lo que tendríamos que hacer sería fijar la mirada sobre sus padres.

No es una excepción cruzarse o coincidir con familias irrespetuosas que están contribuyendo a bajar el nivel de nuestra sociedad a un ritmo demasiado rápido. El caso del niño al que su padre pegó tras el partido de fútbol es más grave y más visible que otros que nos encontramos a diario y que nos dan vergüenza ajena. Pero este es el nivel. Y cada vez más.

No confío en que se pueda cambiar esta tendencia imparable con educación. ¿Cómo podría ser si los encargados de impartirla en primera estancia son unos macarras? Así que quizás haya que resignarse al meteorito.