No puedo evitarlo, necesito decir que: ¡¡Os lo dije!! Y ni siquiera fue así. La verdad es que no lo dije, pero lo expliqué. Aún así diría que esta es la vez que más cerca he estado de ganar un Oscar. Digo, una porra para los Oscar. Lo dejé explícito en la crítica que tuve que hacer de Parásitos terminado el OUFF 2019, cuando la de Bong Joon-Ho se llevó la Calpurnia a casa. Y ahora resulta que esta es la grandísima triunfadora de la noche más mágica del año para todos los que disfrutamos del séptimo arte. Necesito volverlo a repetir: Parásitos es sublime. Son todas las antítesis del mundo volcadas sobre un guion, cuya ejecución y puesta en escena es perfecta. Te deja extasiada. Tanto que verla libera endorfinas. Ganó a pesar de que tenía una justa competencia. Entre ella estaba precisamente mi otra elegida de esta edición. Cada año me surgen dos favoritas, una de forma racional y otra emocional. La primera ya la conocéis y la segunda es indudablemente Jojo Rabbit. Sí, soy del equipo del comestible mariscal Jojo. No solo porque sea ternura y superación a partes iguales. Si no que además me permite creer que incluso cuando se está llevando a cabo la mayor devastación humana y el mundo parece teñirse de negro, es posible encontrar a personas que son fuegos artificiales, de todos los colores, estallando fuerte contra lo que parecía estar a punto de convertirse en una noche infinita. Todo lo que anime a soñar y a creer en que algo mejor es posible, merece ser contado. Jojo no se limita a animar, es capaz de demostrar y convencer. Desde la ingenuidad y la belleza. Porque we could be heroes, aunque sea just for one day...