«Nunca me podía imaginar lo útil que después iba a ser para mí el Ejército»

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE

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Santi M. Amil

Tras una grave crisis, Mecanizados Rodríguez Fernández celebra ya su recuperación

22 dic 2019 . Actualizado a las 16:33 h.

La semana pasada, «ocho años, tres meses y tres días después», Mecanizados Rodríguez Fernández cerraba definitivamente su concurso de acreedores. Con mucho sufrimiento, la empresa ha logrado sobrevivir a la crisis y ahora afronta con esperanza su futuro. Su gerente es Ernesto Rodríguez Cuervo, que recogió el testigo al frente de la compañía de su padre y sus tíos, que fueron quienes la pusieron en marcha hace ya 53 años.

Ernesto Rodríguez nació en el año 1962 en Madrid porque su padre emigró allí para buscarse la vida, como tantos otros. Pese a todo, nunca perdió el vínculo con Ourense y se llevaba a sus hijos siempre que podía. «Veníamos como mínimo una vez al año», cuenta el actual gerente de la empresa, que explica que entonces vivía en el zona madrileña de Pueblo Nuevo: «Era igual que el barrio de la serie Cuéntame y no conocía a nadie que sus padres fuesen de Madrid; todos eran gallegos, andaluces, extremeños o de otros lugares».

A Ernesto Rodríguez aún le quedaba mucho mundo por ver. Se unió al Ejército y, tras recibir formación en Zaragoza, Toledo y Vitoria, tuvo muy diversos destinos. Estuvo cuatro años trabajando en el gabinete de comunicación del Ministerio en Madrid y lo enviaron a hacer funciones de relación con la prensa en las misiones del Kurdistán o de Bosnia. «No me podía imaginar lo útil que después iba a ser para mí el Ejército», cuenta. Más allá del cliché sobre la disciplina, Rodríguez explica que esa experiencia le ha ayudado a la organización del trabajo para la resolución de problemas complejos y también a tener mejores habilidades de negociación.

No en vano, en Kosovo fue enlace de las Naciones Unidas entre los militares y la población civil y, años más tarde, tuvo que negociar un traumático concurso de acreedores con sindicatos, Administración y bancos. «Los tres primeros años fueron muy duros, con mucha incertidumbre y mucho miedo. Aprendimos a ir viviendo mes a mes», explica el gerente de Mecanizados Rodríguez Fernández, que dice estar admirado por la credibilidad que su padre y sus tíos dieron a la empresa. Ernesto destaca, además, el compromiso de los trabajadores para salir adelante: «O nos salvábamos juntos o nos hundíamos juntos».

Él se encontró con la crisis de la compañía de una forma inesperada. Llevaba tres años en Italia destinado en un cuartel de la OTAN cuando finalmente decidió dejar el Ejército y volver a Ourense. Su familia siempre le había puesto esa oferta sobre la mesa y él llegó en el año 2007, poco antes de que la economía española colapsara. Cuando parecía que nada podía ir a peor fue cuando llegó la muerte de su padre. Toda la responsabilidad quedaba entonces en manos de sus hijos. «Antes de fallecer nos dijo que lo que más le importaba era que fuésemos felices y que, si no podíamos hacer nada, que tuviésemos la conciencia tranquila», cuenta Ernesto Rodríguez, que asegura que él siempre creyó en la recuperación de la compañía. Según explica, ofrecían un producto propio, disponían de una plantilla muy profesional y vendían en muchos países. Hoy en día Mecanizados Rodríguez Fernández puede presumir de haber sobrevivido.

 

«En Ourense tenemos un problema grande de autoestima»

«Cuando vine definitivamente a Ourense la gente se sorprendía. Me decían que qué había venido a hacer aquí. Me parece que tenemos un problema grande de autoestima», dice Ernesto Rodríguez, que confiesa estar preocupado por la sangría demográfica que sufre la provincia pese a los enormes potenciales que atesora. Esa inquietud fue la que lo empujó a una breve aventura política. Rodríguez fue coordinador local de Ciudadanos en el año 2016, pero prefiere pasar por alto aquella etapa. Le sirvió, según dice, para conocer cómo funciona en realidad la política, pero poco más. Mantiene, no obstante, su preocupación por la falta de consensos que contribuyan a buscar un futuro mejor para Ourense. Lamenta, por ejemplo, que se dejase morir la Cámara de Comercio: «Es algo que me deja perplejo».