Asesinato en la casa de muñecas

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Santi M. Amil

Los «metauniversos cotidianos» de Loly Villoch, en el Museo Municipal de la capital ourensana

04 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«Soy feminista. Me avergonzaría de no serlo porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona en la obra total de la cultura». María de Maeztu.

Loly Villoch presenta una serie fotográfica con el relato de una muñeca como protagonista, Rosa, que personifica estereotipos de la sociedad patriarcal: un marido ausente, confinada por elección, alienada en un hacinamiento consentido y doméstico.

La Villoch plantea una reflexión acerca del papel tradicionalmente adjudicado a la mujer y una revisión del mito del amor romántico buscando una respuesta para desentrañar el sentido de los lazos opresivos que Kate Millet explica como el paso de un «patriarcado de coerción» fundamentado en la represión a «un patriarcado de consentimiento» en el que esa falta de libertad es suplantada por la inercia, cánones estéticos, estructurales… Un consentimiento no informado, alienado y sustentado por las sociedades de consumo.

Turbulencias en el mundo perfecto de Barbie y Kent cuando las mariposas han vuelto a su naturaleza original de gusano.

Envuelta en la acogedora armonía de la familia perfecta, brumas y temores resquebrajan el cristal de la foto de boda.

Imágenes inquietantes en un contexto amable, el que sacude la escena burguesa en el cuarto de juegos, la sombra de la soga, de la que penden con ella, sueños e ilusiones pospuestas para no ver cumplidas jamás, el sacrificio y abnegación con el peso añadido de la tradición y las expectativas que otros habían decidido por ella. Las renuncias son un lastre demasiado pesado. La tragedia del objeto personificado con una identidad que la convierte en icono de una sociedad.

La aproximación a lo reservado y sus traumas cotidianos de silencios compartidos con la apropiación de lo privado que para Colette Guillaumin representa el matrimonio como institución que se identifica con pertenencia y se relaciona con la teoría de las naturalezas complementarias de Ruskin que justificaba la obstrucción a la educación de las mujeres en su función de «reinas del hogar» y en la desmitificación de estas teorías que el filósofo feminista John Stuart Mill defendió.

Villoch expresa en sus metauniversos cotidianos, una historia de relaciones desiguales, la frustración de los ideales e ilusiones de una mujer que se ven fracasados para convertirse, desencantada en prisionera de su jaula de cristal. Villoch cuestiona el sistema socialmente aceptado de colonización cultural y patriarcal y reflexiona sobre el conjunto de estratagemas que tienen como objeto perpetuar un sistema en el que las relaciones y los compromisos se basan en el control y el poder, en la desigualdad de oportunidades y una serie de cuestionamientos añadidos al género por unas funciones adjudicadas por defecto.

El mito romántico es una trampa que disfraza al sapo de príncipe azul. Un arma psicológica capaz de convertir en ideal la abnegación del estereotipo de mujer-madre de Hélène Deutsch en una exigencia apremiable en la obligación de la renuncia profesional por la maternidad y que encuentra la estabilidad en la seguridad de un matrimonio a cambio de su autonegación y pérdida de la autoestima con un contrato comercial.

Contra esta misoginia patriarcal, Evas y Pandoras; Loly Villoch cuenta una historia sobre la felicidad, cosificada en la muñeca Rosa, vínculo y metáfora entre el mundo real y el mundo en miniatura de la casa de muñecas.

En el espejo se rompen más frágiles que el cristal, las ilusiones perdidas. La pasividad e incomunicación son una partida de ajedrez perdida de antemano que suma soledades.

La contraposición del pasado de mujer-naturaleza y hombre-cultura se pervierte en la sociedad capitalista y globalizada en mujer-madre-tercer mundo y hombre-instrumental-sociedad industrial. La exteriorización de la condición de género en la educación, incita a una reflexión sobre la manipulación comercial de la sociedad en que vivimos.

Magníficas recreaciones en las escenas que como secuencias paracinematográficas, Loly Villoch construye, haciendo naufragar a Rosa en un océano de mojados barquitos de papel.

La exposición se cierra con el vídeo Metauniversos cotiáns que une las espléndidas fotografías de Loly Villoch con la canción de Ismael Serrano Caperucita. La exposición, comisionada por la Fundación Cum Laude que dirigen Ángeles Rodríguez Valiño y José Manuel Quintáns Vázquez, es conocida por su actividad socioeducativa implicada en el desarrollo integral de la cultura y patrocina esta serie fotográfica con contenido reivindicativo de género.

En femenino.