Ourense, noviembre y San Martiño. Vértices de un triángulo que sabe a tradición, huele a castañas asadas del magosto y -desde hace cuatro décadas- se ha convertido en el mayor reclamo para que los habitantes de la ciudad -y por extensión, de la provincia- salgan a la calle a practicar deporte, a correr.
El siglo XXI vive una innegable eclosión del pedestrismo, de esa esencia de los hábitos de vida saludable, la misma que unimos al anglicismo jogging hace lustros y ahora asimilamos al término running. Así nos dejamos llevar por la evidencia de que cada vez son más las personas que dan un paso al frente, se levantan del sillón y añaden el deporte a sus rutinas vitales.
A día de hoy, se multiplican las convocatorias de carreras populares en todo el país, pero Ourense y su circuito estable a orillas del río Miño es todo un referente de esa costumbre, vinculada de cerca a la clásica de San Martiño, la que en su cuadragésima primera edición vuelve a rondar los 11.000 inscritos.
Y no se queda ahí este evento multitudinario donde los haya, que es algo más que correr. De hecho, este año será la locomotora que tire de la primera feria de turismo activo, Sportur. Porque el deportista viaja tanto por el placer de disfrutar de su afición como con la intención de conocer nuevos emplazamientos. Eso lo saben bien los profesionales del sector turístico, en el que cada vez son más reclamados los destinos que ofertan actividades en contacto con la naturaleza y la práctica de distintos deportes. Galicia y Ourense disponen de un filón inagotable. Termalismo, paisajes singulares, gastronomía. Mucho más que correr.