Va de reprobaciones. Durante el mandato de la anterior corporación municipal de Ourense, el alcalde Agustín Fernández se enfrentó a dos. De una lo habían salvado desde las filas del BNG. La segunda, sin embargo, había prosperado, al sumar votos los nacionalistas, los populares -entonces liderados por Rosendo Fernández, ahora vicepresidente de la Diputación- y los dos representantes de Democracia Ourensana. Entonces, Susana Gómez, la concejala de DO, había dejado claro que vale, que sí, que iban a votar, pero que sería la última vez que apoyarían iniciativas «de este tipo», es decir, brindis al sol, gestos para la galería, perfectamente inútiles y prescindibles. Ponía además el dedo justamente allí donde sabía que molestaba. «Sean valientes y presenten una moción de censura». Leído hoy invita a ni se sabe cuántas reflexiones. Y risitas.
La explicación más coherente lleva a suponer que tiene Susana poderes de adivinación, que es una visionaria y por eso huyó, sabiendo que, si no lo hacía, acabaría esnafrándose en la incoherencia de negarse a votar mociones prescindibles -¿alguien cree que en Tokio preocupa que el Concello de Ourense se pronuncie contra la caza de ballenas, un suponer?- y tener que proponer otro acuerdo «de este tipo» para reprobar a un alcalde. «Sean valientes y presenten una moción de censura», pedía la portavoz de DO a los dos grupos que entonces sumaban catorce concejales, once del PP y tres del BNG, suficientes para desalojar a aquel minoritario grupo socialista. Ni un paso dieron. Qué gracia tiene hoy la cita del 7 de junio del 2013: Sean valientes y presenten una moción de censura. Qué cosas.