«Kinkallada»

Pepe Seoane DIAGONAL

OURENSE

28 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene su punto el modo en que etiquetan las fuerzas de seguridad -policía o Guardia Civil- esas operaciones que organizan con tiempo y perspectiva. Los resultados son inciertos, pero nacen con intención. La última conocida es la operación kinkalla, con k. Habrá esbozado sonrisa el lector, el muestrario es amplio, pensando en las perspectivas de los guardias cuando abrieron la carpeta. ¿Cómo llamamos a esto? Quincalla, podemos imaginar que dijo de ellos, acaso con indiferencia. Sirva quincalla, pero con una k ya adquiere otra dimensión. Modestos, en cualquier caso, a la hora de enfocar el asunto, que iba de algo tan sencillo como que unos cacos robaban el dinero por el expeditivo sistema de forzar la puerta de los locales y meter mano en la caja registradora. Ya está seguramente cerrada la operación kinkalla. Con K, como la kultura, un suponer, o las kasas okupadas. Hasta puede ser un sutil homenaje a Rosendo (el bueno), autor, entre algunas grandes canciones, de «Quincalla o no». Un guiño, sí, señor, aunque tal vez no hayan pensado los autores en la posibilidad de que un día les caiga una demanda civil a la benemérita institución, de esas de la defensa del propio honor. ¿O no puede un caco reivindicar su prestigio dañado si se le tacha de quincalla? Nada que ver con el caso zamburiña, por ejemplo, que no es un homenaje al bivalvo que tan sabroso resultado ofrece en empanada o a la plancha, con un buen aceite de oliva y unas arenitas de sal, sino una simple excusa para enganchar con la costa. Ni pizca de gracia. Y mira que es grande la despensa que el mar ofrece.