Cosaga lidera en Galicia el apoyo psicológico gratuito a pacientes

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE/ LA VOZ

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Nuno Taveira de Castro y Olalla de los Arcos charlando con una paciente del hospital
Nuno Taveira de Castro y Olalla de los Arcos charlando con una paciente del hospital santi m. amil

El hospital ourensano dispone de una unidad específica desde el 2012

17 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tres años que Cosaga decidió ampliar la gestión integral a sus usuarios creando la Unidad de Apoyo Psicólogico. No solo fue pionero en Galicia sino que sigue siendo el único hospital en la comunidad autónoma que lo ofrece con esas características. El servicio es completamente gratuito y se orienta como un derecho tanto para los pacientes como para sus familiares o acompañantes durante la estancia hospitalaria.

El programa se ha integrado de tal modo en la estructura que tiene un retorno efectivo dentro del proceso asistencial, según explica Nuno Taveira, responsable de hospitalización. «En las reuniones diarias que mantenemos, la psicóloga también nos hace indicaciones, basadas en lo que ella ha visto como experta en su trato con el paciente o el familiar, que nos ayudan a mejorar la atención clínica o a colaborar para que esa persona se sienta mejor».

La psicóloga del centro, Olalla de los Arcos, también recibe puntual información cada mañana de la situación clínica de los nuevos ingresados -por si, por su patología o situación, se considera que puede ser recomendable una visita inmediata, al margen de la ronda habitual que realiza la profesional- o de variaciones anímicas y de comportamiento de los que ya estaban en el centro.

La bidireccionalidad del servicio, en el que se implica a todo el equipo humano, y el funcionamiento las 24 horas del día, son otras de las peculiaridades que le han valido a Cosaga el reconocimiento europeo y convertirse, en verano del 2013, en el primero hospital de Galicia en obtener el sello de calidad EFQM 300+.

A petición propia o por observación

Todos los pacientes y sus acompañantes son informados en el momento del ingreso de que tienen el servicio de apoyo psicológico a su disposición para cualquier momento en el que crean que lo necesitan. Pero además hay un protocolo proactivo que implica a todo el personal asistencial. «Quienes están en el día a día más en contacto directo con el enfermo o la familia son quienes antes detectan si alguien está muy nervioso, o angustiado por el miedo a entrar a quirófano, o deprimido porque se le está haciendo larga la recuperación, o no asume su nueva situación, o si se produce alguna alteración en el ánimo o el comportamiento», explican.

«Me han ayudado a resituarme»

María Jesús vivió hace seis meses la experiencia más traumática de las posibles: el fallecimiento de su esposo en un proceso de cáncer. «Yo al principio no pensaba en nada más que en estar dónde a mi juicio tenía que estar: junto a él físicamente porque sé que a él le encantaba verme», señala emocionada aún por la reciente pérdida. Recuerda que aquellos días en el hospital, previos a un final que incluso el propio paciente sabía inevitable «yo fui muy fuerte, no lloraba delante de él ni nada».

Su caso es atípico en la unidad de apoyo psicológico porque la ayuda comenzó a prestársele después del sepelio. «No soy consciente de en qué momento empecé a derrumbarme», apunta. Cuando se le pregunta qué le aporta el servicio, María Jesús es rotunda: «Me están haciendo mucho bien. Me vuelvo a casa más tranquila, porque me escuchan, me dejan hablar. Y eso se agradece porque notas que te tratan con tanta sensibilidad y dignidad...», narra. No tiene más que palabras de agradecimiento al apoyo que le supone un servicio que nunca pensó que necesitaría. «Me han ayudado a resituarme, a orientarme entre tanto sentimiento. Yo tengo claro lo que tengo que hacer con respecto a mis hijos, a mis padres, incluso con respecto a mí misma, lo que no tengo claro es si seré capaz de hacerlo», resume.

Esta ourensana afirma que es difícil salir a la calle «porque aunque te encuentras gente maravillosa, todo el mundo te dice lo que tienes que hacer y cómo te tienes que sentir. Son órdenes constantes que tú no eres capaz de asimilar. Sé que lo hacen con la mejor intención, pero son consejos que uno no es capaz de recibir», concluye.

María Jesús, que con 62 años acababa de prejubilarse quince días antes del último ingreso en el hospital, ya había hecho planes con su esposo para disfrutar de esa nueva etapa. «Hablar con Olalla es una ayuda que me hace mucho bien Yo sé que ahora tengo que reorientar mi vida. Lo que no sé es cómo hacerlo y ellos intentan ayudarme a situarme, pero normalizando que si tengo que llorar, pues lloro. Yo sé que es importante que salga adelante, porque sino hundo también a mis hijos» razona.

Asegura que seguirá acudiendo a las sesiones de apoyo «mientras me quieran».