Al final resulta que la culpa del fiasco de la «marea» es de Ourense. No teníamos suficiente con lo nuestro que ahora debemos llevar la cruz de fracasos ajenos. Como si no tuviésemos bastante con los propios. Porque Ourense en Común, que venía a abrir las ventanas, ha acabado dando un portazo. Esta semana se disculpaban por haber acabado como el rosario de la aurora. Ellos mismo sacan pecho por eso de hacer acto de contrición -«Endexamais escoitaredes a un partido político tradicional recoñecendo un erro»- y no les falta razón. Aunque no sirva de nada.
Dicen que cuando se pusieron a jugar a la política (y esto es una metáfora, ¡tranquilidad!) no tuvieron en cuenta el tablero en el que jugaban. «Trabucámonos ao pensar que o mellor xeito de configurar unha candidatura son unhas Primarias Abertas. Non porque o sistema non sexa o máis próximo á Democracia Participativa que defendemos, senón porque estamos propoñendo un sistema de Democracia Radical do século XXI nunha provincia na que sobreviven prácticas caciquís da Restauración Borbónica». Toma ya.
Lo único que me preocupa de la «marea» es que nos enredemos en hablar de lo mal que lo hacen, cuando no acaban ni de empezar, y nos olvidemos de lo mal que lo hacen otros. Coincidiendo con la insolación ciudadana los que tienen más motivos para estar preocupados, porque nos la metieron doblada, caminan por la sombra. Tan tranquilos. Por ahora.