El Cidade das Burgas también ha encarecido su permanencia en la División de Honor de fútbol sala
03 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.Dos equipos ourensanos salían como claros candidatos a celebrar sendos campeonatos a final de la campaña liguera, pero tanto el COB en la Liga LEB Plata de Baloncesto, como el Ponte Ourense en la Primera División del fútbol sala femenino han visto como sus tropiezos fueron más de los esperados en este inicio del curso y, aunque no hay nada perdido, les toca remar contra corriente.
En el caso del equipo de Rubén Domínguez, un torneo reducido al mínimo de tan solo doce adversarios ya le ha deparado cuatro derrotas en sus primeros once compromisos, una cifra que incluso se antoja demasiado abultada, máxime teniendo en cuenta que uno de las metas del club era la de organizar la Copa y, por tanto, situarse en cabeza a mitad de la campaña regular.
Traspiés tan sonados como los partidos perdidos ante Gandía y Plasencia -las escuadras que cierran la tabla- o la paliza sufrida ante un rival directo como Andorra empañan una carrera que se ha convertido en cuesta arriba para los cobistas, sin que de momento se anunciara ningún movimiento para retocar un proyecto deportivo aún enfocado al ascenso directo.
Del mismo modo, la distancia que ha cedido el Ponte Ourense, vigente campeón de la máxima categoría del fútbol sala femenino, es todavía recuperable, pero la competición ha sido muy distinta a aquel mano a mano del año pasado con el Móstoles.
Dos empates y tres derrotas son más pinchazos de los que aguardaba el plantel de Vivián, que cede ocho puntos de desventaja al Córdoba, pero la competición se ha visto retrasada por el Mundial de Brasil, ya que faltan todavía cuatro jornadas de la primera vuelta, incluido el duelo directo con el subcampeón madrileño. Del mismo modo, ha sufrido más de la cuenta un Pabellón Cidade das Burgas, que sigue intentando defenderse con las jugadoras de casa, en una Liga de presupuestos desbordados.
Los cobistas fueron irregulares en el Pazo. FOTO santi m. amil
Ponte y Burgas tropezaron demasiado. FOTO miguel villar