Otro día de perros para el Xacobeo

OURENSE

17 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El Xacobeo transita en esta Vuelta por una fina carretera que separa el cielo y el infierno. Intercala etapas épicas y partes de guerra. Y en este carrusel ayer tocó otro día de perros. Ezequiel Mosquera volvió a llevarse en su cuerpo las muescas de una caída. Su cabeza golpeó el suelo con violencia. Durante unos minutos el corredor quedó desorientado. Con su casco roto y la parte izquierda de su cuerpo erosionada por el asfalto. El maillot y el culotte desgarrados. Sangre en la rodilla, la cadera y el codo. Después de consultar con el médico de carrera continuó hacia el gran grupo, subido al tren de sus compañeros. Firmó el mismo tiempo que el vencedor, el francés Anthony Roux, superviviente de una fuga, que cruzó la línea de meta en una milagrosa primera posición, con el pelotón pegado a sus talones. Después, Mosquera fue llevado al hospital Nuestra Señora del Prado, de Talavera de la Reina. Allí un TAC cerebral descartó lesiones.

«Me salvó la vida el casco», asegura Mosquera. El impacto borró de su cabeza los detalles. Fue en el kilómetro 126, cuando quedaban casi setenta para el final. «Se le fue la mano del manillar, se golpeó el pecho y se fue al suelo. Dio un golpe muy fuerte con la cabeza. Vimos cómo se le partía el casco. Perdió el conocimiento, estaba totalmente desorientado», relata su compañero David García. El marinense explica que él frenó de forma brusca y que fue embestido por un ciclista del Quick Step. «Fue por mi culpa, el pobre se llevó más trompazo que yo», indica. Pero García también se llevó un souvenir . Tiene un tobillo inflamado.

«Perdí un poco el conocimiento. Sé que estuve un buen rato tirado en el suelo, pero por lo que me han contado. Recuerdo haberme cambiado el casco y seguir después a mis compañeros como un autómata», señala Mosquera. «En la primera media hora después de la caída veía borroso, estaba desorientado del todo, como mareado. No sabía ni cómo iba. Me asusté un poco. Pero el médico me hizo una prueba de visión, me preguntó cómo me llamaba y me interrogó sobre otros datos básicos», relata.

«Llegué a pensar en bajar de la bicicleta. Pero tengo que darle las gracias al equipo, tuvieron que pillar una buena sudada por mi culpa después de esperarme», comenta.

Reconoce que la cabeza le duele al toser o al presionarla. «Tendré que tomar paracetamol», comenta. Pero añade que lo que más le preocupa es el resto del cuerpo, que ya venía castigado por la caída de Lieja, ya que allí se había hecho daño en la rodilla, la cadera y en un tobillo. «Me duele todo», agrega el jefe de filas del Xacobeo.

El holandés Robert Gesink fue otro de los damnificados ilustres. El segundo clasificado en la general tiene dos heridas en la rodilla. Pero fue cosido y quiere estar hoy en la salida.

Gonzalo Rabuñal también necesitó una pequeña reconstrucción en la parte interior de su rodilla izquierda. Necesitó doce grapas. «En la bicicleta me va a molestar, pero mañana [por hoy] ya se verá», reconoce. El arteixán se fue a la cuneta después de que otros corredores frenaran delante. «Tuve que cortarme la pierna con una piedra, porque allí había muchas», explica. Al levantarse, la sangre le llegaba al tobillo.

Como Gesink, la intención de Rabuñal es estar hoy en carrera. «Sería una pena tener que retirarme ahora, porque me encontraba muy bien, las sensaciones mejoraban, como ya me había pasado en el Giro de Italia», dice Rabuñal.

La etapa de Ávila

El trazado se complica precisamente hoy, la primera de las dos jornadas de la sierra madrileña. Serán 165 kilómetros entre Talavera de la Reina y Ávila. Uno de los últimos escollos para Alejandro Valverde en su camino hacia Madrid.