Crónica | La Subdelegación del Gobierno restringe información El férreo control que los políticos hacen de los sucesos delictivos en la provincia ha provocado su casi total desaparición del panorama informativo
23 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.?ue los ourensanos perciban una reducción de los sucesos delictivos o accidentes en las páginas de sus periódicos no quiere decir que, de repente, Ourense haya quedado libre de todo pecado en lo que a desgracias propias o ajenas se refiere. Si cualquier lector es capaz de percatarse de que, si se compara con lo que sucedía hace un año, a día de hoy apenas si es posible hacerse eco de tirones en la calle, robos en coches o sucesos de menor entidad, también es fácil darse cuenta de que algo más que la buena voluntad de los delincuentes debe estar detrás del asunto. Y es que aunque Ourense no es una provincia donde los sucesos sean demasiado preocupantes, hay que reconocer que haberlos, haylos, lo que ocurre es que ahora es más difícil enterarse de que suceden, al menos a través de los tradicionales cauces oficiales. Esto es, si hasta hace algunos meses desde la Subdelegación del Gobierno en Ourense se enviaba cada día un informe detallado a los medios de comunicación con las denuncias que los ciudadanos formalizaban tanto en la Comisaría de Policía como en los diferentes puestos de la Guardia Civil, así como con el relato de distintas incidencias, como accidentes de tráfico, hoy en día eso es impensable. Ahora a esa bondad informativa le ha sucedido, con el nuevo talante socialista, un férreo control informativo que casi está dejando vacíos los huecos que los diarios, las televisiones o las radios locales siempre han dedicado a relatar los sucesos. Así, cualquiera podría pensar que ya nadie roba en coches, se lleva cazadoras de los pubs durante la noche o roba el bolso a una anciana que pasea sola por la calle. Más aún, también se puede suponer que de repente ya no hay accidentes leves en las carreteras de la provincia, en las que hasta ahora mucha gente se ha llevado pequeños o grandes sustos. Nada tienen que ver, sin embargo, estos supuestos, con la verdad del asunto, que reside sobre todo en la voluntad de acallar lo que los ciudadanos tienen perfecto derecho a conocer. Es muy probable que, como consecuencia del nuevo modo de actuar, cualquiera que presencie un suceso del tipo que sea en un punto determinado de la provincia no pueda, al día siguiente, enterarse de lo que realmente sucedió en las páginas de su periódico habitual. A no ser que las consecuencias del mismo hubieran sido lo suficientemente graves como para no poder silenciar el hecho, los encargados de las oficinas de prensa no habrían recibido órdenes de comunicarlo a los medios informativos, y por tanto, a toda la sociedad.