«¿Nos da algo para el Domund?»

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa OURENSE

OURENSE

PILI PROL

En directo | El día de las misiones en Ourense Huchas naranjas, un concepto infantil de la solidaridad, algunas malas contestaciones y muchos euros. Los escolares ourensanos juegan a ser misioneros a su manera

19 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

La lluvia les aguó su fiesta particular a los centenares de chavales ourensanos que consagraron su fin de semana a una hucha naranja. La mañana fue horrible y muchos no salieron a la calle (desierta, por cierto) por prescripción materna. Un resfriado, lo que nos hacía falta. Los que sí se lanzaron a la aventura matutina lo hicieron con éxito irregular y pertrechados con chubasqueros y paraguas. El tic tac se aceleraba y cada vez quedaba menos tiempo para recaudar fondos. El dinero va para las misiones. Vete tú a saber cómo se han dibujado los escolares esas misiones. Aunque quizás, por eso de que están viviendo una infancia mediática, saben muy bien que se cuece por Somalia, Ecuador, India y alrededores. Por poner un ejemplo. Por la tarde el cielo se despejó y la gente se animó a salir a la calle. Los chavales también. Estrategias Ellos, a su manera, hacen estudios sociológicos según van quemando las aceras. Ni el CIS. Van en grupo. Te miran de arriba a abajo. Escudriñan, por si ya llevas pegatina del Domund. Si vas cargado con bolsas se hacen los comprensivos y pasan de largo. Cuando ninguno se atreve, se fríen a codazos, se animan mutuamente y, al final, uno te espeta ese «¿Nos da algo para el Domund?» que le sale tan natural, como si se dedicase a la campaña petitoria todos los domingos. El Domund es para los más pequeños la solidaridad entendida como un juego que «mola». Es, al mismo tiempo, una competición sana de chavales que han decidido, por un fin de semana, jugar a los superhéroes, a salvar el mundo. Es genial que todavía puedan pensar así teniendo en cuenta que a Shin Chan no le pega nada dedicar el tiempo libre a algo que no sea enseñar el culo. No les sobran los ejemplos pero mañana contarán las monedas para saber en qué puesto quedan. Muchos niños llevan mal las malas contestaciones de los mayores. No entienden por qué a algunos les encanta pronunciar mitines enrevesados. Un chaval de diez años no tiene conciencia ideológica. Anda en eso de saber qué es bueno y que es malo. Con eso ya tiene bastante. Lecciones Al final, el Domund puede resultar apto para todos los públicos y no sólo para aquellos que llevan el catolicismo en el bolsillo. Tiene una parte aconfesional de la que se pueden aprovechar algunas cosas que, al final, sirven para algo, para la vida. Los niños se dan cuenta de que hay mundo, mundos, más allá de su cuarto con televisión, de las hamburguesas, del recreo. Los niños se dan cuenta de que el dinero no sólo sirve para comprar. Algunos aprenden hasta a compartir (¡manda narices!) con chavales que no van a ver en su vida.