Forma parte del patrimonio nacional australiano desde el 2008 y la conocemos no solamente por diferentes documentales sino porque ha sido la localización de diversas películas de proyección internacional. Bondi Beach o la playa de Bondi es un arenal a las afueras de Sídney, de más de un kilómetro de longitud, muy popular tanto para disfrutar de un día de asueto como para la práctica del surf. También es un emplazamiento con una importante comunidad judía que el pasado domingo se encontraba celebrando la festividad del Janucá o fiestas de las luces.
Aprovechando la presencia de un gran número de personas que se habían reunido en la zona para la celebración, un padre de origen pakistaní y su hijo, Sajid y Naveed Akram, al parecer seguidores de la más radical ideología del, desafortunadamente, todavía no extinto Estado Islámico, decidieron llevar un ataque masivo con armas de fuego.
El hallazgo de dos banderas de esta execrable organización y el reciente viaje a Filipinas, país en donde se sabe que existen campos de formación para yihadistas, y a la espera de que ulteriores investigaciones lo confirmen, los vinculan a esta organización.
Además, el hijo, Naveed Akram fue investigado durante seis meses por su vinculación a la célula islamista australiana del Estado Islámico denominada Isaac al Matari, lo que ha puesto en cuestión no solamente que no se haya seguido vigilándolo sino cómo el padre podía tener permiso para seis armas.
Este ataque, que rompe una feliz racha de descenso de las agresiones con fondo radical islamista en países occidentales, ha ocasionado la muerte de 15 personas y heridas graves a 22.
Probablemente, las cifras habrían sido muy superiores si un inmigrante sirio que regenta una frutería en otra zona de la ciudad no hubiera intervenido para desarmar al hijo Naveed. Hoy Ahmed al Ahmed, también herido con varios impactos de bala, es un héroe nacional. Y si su valentía es más que destacable, no lo es menos que sea un inmigrante árabe y musulmán. La maldad no conoce de edad, género, nacionalidad o religión, como, por fortuna, tampoco la bondad.
Mientras Australia intenta superar la conmoción de este atentado y la comunidad judía entierra a sus fallecidos, no podemos por menos que reclamar precaución, que se incremente la alerta antiterrorista y fondos para los cuerpos y fuerzas de seguridad. Si vuelve a cundir el ejemplo, atentados como este pueden volver a repetirse en cualquier lugar.