Apagones y vulnerabilidades

Yashmina Shawki
YASHMINA SHAWKI CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

NEIL HALL | EFE

06 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

tres meses y medio ha tardado la comisión investigadora del operador del sistema energético británico en elaborar un informe sobre las causas del incendio en la subestación de North Hyde del pasado 21 marzo pasado. Un fuego que provocó el cierre del aeropuerto de Heathrow dejando a 270.000 pasajeros literalmente en el aire y a 1.300 aviones obligados a buscar aeropuertos alternativos para aterrizar.

La investigación ha determinado que el incendio se debió a un cortocircuito originado por la humedad acumulada en uno de los transformadores. Este problema se detectó en el 2018 pero no se reemplazó el transformador dañado. Más inexplicable resulta que el sistema antiincendios se averiara en el 2022 y tampoco se reparara. La determinación de las causas del incendio ha puesto en evidencia el cúmulo de negligencias en el mantenimiento de la subestación así como la incapacidad del aeropuerto para seguir funcionando con sistemas alternativos.

Cinco semanas después se produjo el primer apagón general de la historia de España con unas consecuencias económicas millonarias. Aunque se han creado dos grupos de trabajo uno para recopilar datos y el otro para analizarlos, se prevé que el resultado de la investigación sobre el colapso del sistema eléctrico español el pasado 28 de abril será publicado en un período de entre los tres y seis meses.

El pasado viernes 4 de julio, varias regiones de la República Checa sufrieron apagones originados también por el incendio de una subestación eléctrica a unos 10 kilómetros de Praga. Aunque el sistema no se colapsó sí que se vieron muy perjudicados los transportes públicos. Por fortuna, parece que el suministro se restableció a las tres horas.

Tres países europeos afectados por diversos incidentes en sus redes de suministro eléctrico sin aparente conexión pero que nos recuerdan nuestra dependencia casi absoluta de la electricidad y, lo que es aún más preocupante, la vulnerabilidad de los sistemas ante cualquier incidencia. Más aún la diversidad de entidades responsables y la complejidad de la gestión no solo hacen surgir dudas sobre el sobredimensionamiento empresarial y, con ello el encarecimiento de los costes, sino sobre la agilidad y operatividad de un sistema que debería de ser una de las prioridades estratégicas a proteger, tanto de ataques externos como de deficiencias internas.