Corren malos tiempos para la nación luparia. Perseguida por ganaderos y administraciones, solo algunas agrupaciones conservacionistas permanecen al lado de nuestro hermano lobo. El 30 % de los lobos europeos conforman el censo español, que suma cerca de 3.000 ejemplares. La mayoría de las manadas se localizan en la provincia de Zamora y se reparten entre Asturias, Galicia, León y otras tierras de Castilla. Si bien es cierto que con la prohibición de la caza las manadas itinerantes han crecido, su supervivencia en la Península rondaba cuotas de una extinción previsible.
La estampa de los lobos está grabada en las paredes de las cuevas prehistóricas, su imagen era, y acaso lo sigue siendo, la de ferocidad, la expresión icónica de una fiera sanguinaria.
Aunque lo cierto es que en los territorios de la España despoblada, en las aldeas vacías de Castilla y Galicia, los lobos son animales hambrientos que, desaparecido el corzo, su alimento preferido son potros y terneras. Asaltan granjas. Se estima que cada ejemplar mata a lo largo de su vida un mínimo de siete ovejas.
He sentido desde siempre simpatía por los lobos trashumantes que viven en las leyendas, no tanto las referidas a los lobishomes o a la aguerrida Pepa Loba, bandolera y asaltante de caminos, sino a las historias contadas en invierno de la nación luparia, que busca protección en los bellos relatos de lobos y noche escritos por Ánxel Fole, que bien sabía que el can salvaje —el lobo que habita las montañas— es un animal gallego. Nuestro hermano lobo.
Más peligrosos son los que se camuflan con piel de cordero, aunque estos son bípedos y difunden la mentira y viven del engaño que se refleja en el BOE diariamente. Desde el Leviatán, escrito por el filosofo Hobbes en el siglo XVIII, conocemos la frase solemne de Homo hominis lupus, el hombre es un lobo para el hombre, y en esta expresión clásica está recogida toda la maldad a la que el lobo es ajena. Mi defensa del lobo viene de antiguo. Invoco acuerdos que no sean levantar la veda para darles caza como en los viejos tiempos, en que los loberos recorrían aldeas portando un lobo abatido y recogiendo limosnas.
Salvemos al lobo gallego y europeo. Salvemos a nuestro hermano lobo.