Contesto al título del artículo. Para empezar, no se delega la culpa. Cuando el equipo acierta, hay que «traspasar» el triunfo, pero cuando alguien del equipo falla, para afuera, el líder se hace responsable, y ya corregirá dentro lo que deba. El jefe que señala y deja en evidencia a gente de su equipo cuando las cosas no han salido bien no está siendo líder.
La responsabilidad última de las tareas y objetivos asignados. Al equipo se le delega el camino, y ciertos poderes para trabajar mejor, pero la responsabilidad última siempre es del jefe, del líder que debe asumir las decisiones tomadas, entre ellas la de haber delegado algo.
No se delega el ocuparse de generar buen ambiente. Eso debe gestionarlo el buen líder, porque si se desentiende y se centra solo en «sus tareas», olvida que una de ellas es hacer que el equipo triunfe, que rinda, que esté motivado y enfocado, y eso no pasa solo. Lo que sí ocurre solo es la descoordinación, el mal rollo y el bajo rendimiento.
El control. Si no haces seguimiento formas parte del incumplimiento. Puedes delegar mucho, pero si «delegas· el control de lo delegado incumples tu parte del oficio de liderar. En dirección, si no controlas, descontrolas, y eso no ayuda a nadie.
El apoyo, la atención y la alineación del equipo. El equipo no son «recursos», son personas, con sus virtudes y sus carencias, con sus motivaciones y sus temores, con sus maneras diferentes de entender las prioridades, con conocimientos y experiencias. Todo eso hay que alinearlo, cuidarlo, desarrollarlo, motivarlo, corregirlo, pues no hay otra forma de crear un equipo de alto rendimiento que ocuparse de ello y no dejar al grupo abandonado. El recurso valioso es tener al equipo enchufado, preparado, todos a una y a tope, ¡eso sí que es un «recursazo»!
Las decisiones e información clave. La dirección actual es participativa, pero no democrática, no hay que confundirse. Muchos pueden opinar, pero alguien tiene que tomar la decisión final, alguien debe indicar la dirección y cómo hay que ir. Y ese mismo líder se debe asegurar que llega la información y los mensajes correctos para que así sea.
El reconocimiento. Una buena felicitación del líder tiene un poder de impulso muy especial. Si nadie aprecia el trabajo bien hecho, los esfuerzos correctos o las buenas iniciativas, pronto desaparecerán. El líder no solo es jefe para decidir, también lo es para recompensar y aplaudir con justicia y precisión.