Si los tomates hablaran

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

Álex Cámara | EUROPAPRESS

25 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Según datos publicados por la agencia Efe, la importación comunitaria de tomate de Marruecos ha pasado de 365.000 toneladas en el 2013 a 557.000 toneladas el año pasado. Un volumen que, si incluimos el Reino Unido, se incrementa hasta las 700.000 toneladas. Para que se hagan una idea, la producción española de tomate fresco es de 3,7 millones de toneladas.

Si los tomates hablaran, que esperemos que no lo hagan, los de Marruecos lo harían en árabe o en lengua bereber, pero tengo la impresión de que una proporción importante de los frutos allí producidos entenderían perfectamente el español. No hay nada más que acudir al registro de empresas españolas en el reino alauí para darse cuenta de lo que está pasando.

En Marruecos hay 335 empresas españolas establecidas, de las que un número importante se dedican a la agricultura. Compañías agrícolas españolas se encuentra ahora por muchas regiones de Marruecos, pero se concentran en dos lugares: la región de Ghrab, una fértil llanura entre Tánger y Rabat, y sobre todo el valle del Souss, con capital en Agadir, que algunos llaman «el El Ejido marroquí» por la pujanza del su sector agrícola.

Judías verdes, pimientos, calabacines o fresas, es decir, productos de alto valor de mercado, además de flores, frutos secos, arroz y hasta aceitunas, que se venden con frecuencia bajo marcas españolas, se producen allí. Según diferentes fuentes, las ventajas que ofrece Marruecos a un inversor español son evidentes: suelo más asequible (aunque es en régimen de alquiler: los extranjeros no pueden comprarlo) y mano de obra mucho más barata (a veces hasta la décima parte).

Además, el país dispone de buenas comunicaciones y acuerdos comerciales con numerosos países del mundo y, lo más importante, los requisitos ambientales nada tienen que ver con los existentes en la Unión Europea. Producen así tomates bilingües y solo están obligados a citar el origen de la producción, en letra pequeña.

Resumiendo: empresarios agrícolas españoles instalan una parte de su negocio en el norte de África, evitando así cumplir los requisitos europeos, a pesar de que sus tomates se van a vender en Europa. Verán, yo soy muy partidario de que viajen los tomates o vuelen los pimientos, también de la internacionalización empresarial, pero aquí parece que hay quien está haciendo trampa.

Ahora, según se ha publicado, muchos de estos empresarios, provistos de la correspondiente banderita en la muñeca y al grito de «los españoles lo primero», se manifiestan exigiendo al Gobierno todo tipo de ayudas frente a la competencia de los productos marroquíes, que ellos mismos producen. Sé que no se pueden poner puertas al campo, pero sí se pueden poner puertas al morro.

En fin, me queda el consuelo de que me están hablando en gallego las judías verdes. ¡Deben de ser de aquí!