Acontece Dios

Manuel Mandianes LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Luis Angel Reglero | EFE

07 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Al año se publican cientos de libros y se filman muchas películas y se escriben novelas en las que Jesús es el protagonista. Dionisio el Pequeño, un monje del siglo VI, restó los 30 años que tenía Jesús cuando empezó su vida pública del año 779 del calendario de Roma. El resultado, 752, es el año del nacimiento de Jesús. Según investigadores dedicados de por vida a la investigación sobre la vida de Jesús, es tarea poco menos que imposible precisar el año de su nacimiento, precisar el día es absolutamente imposible.

La vida de Jesús, como la de sus conciudadanos, está compuesta de alegrías desbordantes, penalidades hondas, dolores olvidados, azares pasajeros, silencios que gritan, soledades impenetrables como rodeadas de muros infranqueables: todas las debilidades humanas. Jesús no es un concepto, una palabra, sino una presencia, un conflicto, una persona que nació un día de un padre y una madre, José y María, que creció, que fue niño, ¿grande, pequeño, rubio, alto, bajo, simpático osado, indiscreto?, adolescente y no llegó a viejo porque lo mataron cuando tenía, más o menos, 33 años de edad.

Las bienaventuranzas, que de manera paradójica y sobrecogedora invierten la importancia de los valores mundanos, en su conjunto nos sitúan ante la enseñanza originaria de Jesús. Las bienaventuranzas constituyen el centro y clave de la enseñanza y tarea mesiánica de Jesús, centrada en el descubrimiento del sufrimiento de los más pequeños y del valor más hondo de la vida. Cristo, el más pobre de todos, el que pasa mayor riesgo, el que no guarda nada para sí porque lo regaló todo al decir «bienaventurados los pobres, se está retratando a sí mismo como el Pobre por excelencia.

El cristianismo puede vivirse dentro de cualquier oficio y cualquier manera de pensar que permita adherirse a la persona de Jesús. Una cosa es s la búsqueda de la figura de Jesús en la historia y otra la relación personal con Él. Recibí una felicitación que dice: «Felicidades. Acontece Dios».