Tras la muerte de María Teresa Campos, fue su hija, rauda y veloz, la primera en proclamar heredera para ocupar la plaza que la veterana locutora dejaba vacante. «Ella dijo que eras la digna sucesora de la reina de las mañanas», declaraba una Terelu Campos en pleno duelo a una Sonsoles Ónega que ponía las primeras piedras de una temporada que se antoja crucial para la guerra televisiva que no cesa. Así, póstumamente bendecida y refrendada día a día por el apoyo del público, la presentadora ha ido apuntalando un liderazgo en las tardes que, hasta ahora, no se ha resentido por la presencia de Ana Rosa Quintana, su exjefa, en la ventanilla de al lado. La presentadora de Telecinco señala a la publicidad como principal responsable del segundo puesto que ocupa. Sostiene que los anuncios, la mano que le da de comer y que permite pagar los sueldos en su cadena, también la obligan a hacer unas pausas que distraen al público, frente a una Antena 3 que lanza el magacín de Ónega del tirón, sin parones que puedan romper el ritmo y diluir el interés. En la batalla por la audiencia, la victoria puede decantarse a veces por pequeños detalles. O tal vez por golpes del destino como que, en plena ofensiva, una de las dos contendientes se cuelgue la medalla del premio Planeta, el galardón literario más cuantioso y más popular del país.