Móvil y jóvenes: sin control a todas horas

Carmen Rodríguez-Trelles DIRECTORA DEL IES BLANCO AMOR DE CULLEREDO

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

01 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta la historia que, durante el descubrimiento de América, los indígenas escapaban despavoridos cuando veían caer a un soldado de su caballo y salir corriendo cada uno por su lado, ya que creían que eran un único ser. Hoy cabría decir lo mismo de los adolescentes y su móvil. El móvil es un elemento más del progreso, y no podemos negarnos a su utilización. El problema es, más bien, cómo regular su uso. Por lo que respecta a los centros educativos, la consellería determina que se arbitren normas con el fin de evitar un uso inadecuado por parte de los estudiantes. A partir de ahí, cada centro tiene libertad para elaborar su propia reglamentación. Una medida habitual es retirar el móvil al alumno que lo está utilizando sin permiso y entregárselo directamente a sus padres. De esta manera se les implica también en este aspecto de la educación de sus hijos. Sin embargo, algunos no lo entienden. Incluso nos encontramos demasiadas veces familias que se presentan inmediatamente en el centro ante la llamada de su hijo para que le devuelvan el móvil, cuando hasta ese momento no habían encontrado un momento para entrevistarse con el tutor, a pesar de las insistentes llamadas de este.

También se habla mucho del acoso escolar. Hay gente que no comprende qué está pasando. La diferencia es que antes el acosado sufría las humillaciones durante el tiempo en que convivía con el agresor, y podía reconocerlo perfectamente. Hoy en día, con las redes sociales, el acosador puede ejercer su influencia sobre la víctima todas las horas del día, haciendo que esta viva de forma obsesiva la situación, e implicar a muchas personas que, cobardemente, tirarán la piedra y esconderán la mano, a pesar de no tener nada contra la víctima. Se espera que los docentes solucionen el problema, pero cómo hacerlo si gran parte del mismo está en las redes sociales y los adolescentes utilizan el móvil sin control a todas horas.

Nos sobrecogemos además cuando oímos que niños de corta edad han cometido atrocidades. Podrían ser nuestros vecinos. ¿Cómo es posible? La realidad es que los adolescentes son deformados por internet muchas más horas al día de las que les forman sus familias y profesores, y de una manera más entretenida y nada exigente. Y los medios de comunicación y la sociedad en general ofrecen modelos nada edificantes. Que los jóvenes encuentren una línea de conducta coherente y equilibrada en este maremagnum es un auténtico milagro.

Pero hay soluciones. Una de ellas es ocupar su tiempo con actividades que los alejen del móvil, como puede ser el deporte, que supone un remedio excelente para sacar a los niños de su aislamiento, para combatir su sedentarismo, para hacerlos más inteligentes y seguros, y para prevenir patologías mentales. Sin embargo, nos encontramos con familias desorientadas que eligen castigar a sus hijos sin hacer deporte, antes que atreverse a dejarlos sin móvil unas cuantas horas al día.

Los adolescentes de hoy van a dirigir el planeta del mañana, pero nos encaminamos a un mundo donde lo artificial va a sustituir a lo natural, las máquinas a las personas, y lo virtual a lo real. En este escenario cabe alentar a los psicólogos: la sociedad del futuro va a ser un gran negocio.